miércoles, 2 de febrero de 2011

VIVENCIAS HAITIANAS: TRANSCULTURACION...

Cuando murió ``Cebollìn``, su madre se rebeló contra su raza y maldijo los que se acercaban al velorio con cornetas de bambú y tamboras de cuero de chivo: ``Con mi hija no...``, decía. ``Nadie va a bebé ni a bailà con la muerte de ``Cebollìn``, ``Déjenme llorà mi hija tranquila...``, ``Ya son muchos años en este batey de ``Baraòn`` (Barahona), ``Mi Cebollìn e dominicano``. Se desahogaba la sufrida madre, mientras con una mocha cortaba en la tierra levantando el polvo, alejando a los necios visitantes y advirtiéndoles que renunciaba a la costumbre de llorar a los niños cuando nacen y hacerles fiestas a los muertos junto a los espíritus del más allá.

``Cebollìn``, su hija, era una haitianita veinteañera, alta de estatura. La recuerdo de caminar danzante. Murió de frenesí en el parto, decía la gente. Al llegar el crepúsculo, los flamboyanes florecidos entonaban el color de los hilos cobrizos de un sol que se ocultaba. Unos pocos se dirigían con el ataúd en lo alto y con la vieja detrás, con su amenazante mocha, hacia el cementerio de Tamayo.

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