martes, 1 de febrero de 2011

MAXIMO GOMEZ BAEZ VS. ERNESTO (CHE) GUEVARA DE LA SERNA

Máximo Gòmez nació en Peravia, según apreciaciones, el 18 de noviembre de 1836. Oficialmente se le conoce como el libertador de Cuba. El doctor Joaquìn Balaguer, le da el sitial de ,,El último Libertador de América,,. Para el profesor Juan Bosch Gaviño, Gòmez no fue político ni guerrillero, sino un guerrero revolucionario. Hombre callado y de recio carácter. Era difícil llegar a su intimidad. Máximo Gòmez, descendía de una distinguida estirpe española de un origen eminentemente militar. Si consultamos la biografía que sobre él nos hace el Fray Cipriano de Utrera, entre sus antepasados, tanto por la vía paterna como por la materna, se cuentan caballeros oficiales capitanes del rey y de otras jerarquías, Barones, Prefectos, Oidores, entre otras categorías nobiliarias.
Pero, para Gòmez, su designio de libertador fue obra del destino. Fue el resultado de su agradecimiento a un pueblo que, como Cuba, les abrió las puertas a él, su familia y otros dominicanos que circunstancialmente tuvieron que abandonar el territorio quisqueyano.
Son muchos los historiadores que cuestionan a este singular hombre, en el sentido de su esfuerzo por la libertad del pueblo cubano. Opinan que dicho esfuerzo debió desplegarlo por la causa dominicana de la guerra de la Restauración que se libraba en nuestro país contra los españoles. Sin embargo, con raras excepciones, no dejan plasmado en la historia que dicha gesta en ocasiones estuvo infectada de racismo y que algunos de sus líderes fueron implacables, mataban con sorna y saña, saqueaban y asesinaban a mansalva, usando el incendio (costumbre obscurantista de los haitianos) para espantar las regiones que como Banì, sus habitantes eran y son de ascendencia española. El líder de estos siniestros episodios fue el general restaurador Pedro Florentino. Gòmez, un oficial del Ejército Libertador de entonces, quien desde ya había combatido en la batalla de Santomè, pidió permiso a sus superiores para trasladar a Cuba a su familia, la cual quedó en la calle al ser quemada su casa y propiedades.
A su llegada a esa nación, se encontró con la sorpresa de la invasión española en la mayor de las Antillas. Besó el suelo cubano, como resignado a su designio, buscando en el negro mambì colonizado allí, el asidero de su hombría humilde y de bien. Por eso, cuando el humillante abandono de que le hizo víctima España a los refugiados banilejos en Santiago de Cuba, provocó que Máximo Gòmez exclamara: ``Mejor asì, porque para los hombres de bien, no hay deuda más obligada que la gratitud``. Radicado en la región de Bayamo, desde allí, dijo: ``el negocio de madera y otros, me llevaron a distintos ingenios de azúcar y en uno de ellos vì, por primera vez, cuando con un látigo, se castigaba sin compasión a un negro, atado a un poste, delante de toda la dotación ``. Entonces, declara: ``Allí, donde se explotaba al hombre por el hombre mismo del modo más inhumano y cruel, muy pronto me sentí unido al que más sufría en Cuba y sobre el cual pesaba tan grande y triste desgracia``. Gòmez se distinguió del simple guerrillero, quien planifica y a veces juega al azar, se inmola otra veces, aunque enmarca un ideal, es foquista, acecha, es furtivo. El guerrero, en cambio, tiene en su inicio al enemigo de frente. Defiende la causa que de manera sorpresiva e imprevista afecta su soberanía. Enriquillo, el Cacique de Baoruco, fue nuestro primer guerrero, seguido de Caonabo, al que considero nuestro primer rebelde... Gòmez nació para la guerra, para dirigirla y para mandar a los demás hombres, ya fueran soldados de fila, ya oficiales. La autoridad de Gòmez se imponía a todos, siempre era el general, siempre era el director, siempre el jefe absoluto y dominante.
En tanto, Ernesto (Che) Guevara De la Serna, era Argentino, nacido en Rosario en 1928. Argentina es una nación que se auto define como la Europa de América Latina. Guevara, era médico de profesión, aunque por vocación era dueño de muchos artículos políticos. Miembro de una acomodada familia, pero era rebelde y sus impulsos revelaban la intención de ser un libertador cuando cambió el bisturí por la metralleta y puso una brillante estrella en la boina que adornaba su abundante cabellera. Supo explotar su condición de hombre bien parecido y buen carácter, comprendiendo que la humanidad vincula a Cristo con las facciones perfectas. Pero Guevara era más político que guerrero en el sentido estricto de la palabra. Más bien fue un guerrillero. La juventud se deslumbró con la revolución cubana y asimiló y comparó al ``Che`` con Jesucristo como símbolo de la redención del hombre.
El ``Che`` Guevara era un hombre de condiciones extraordinarias y lo sabía, vivía explotándolo en cada oportunidad. Se creía necesario en cada situación de conflicto en el mundo desde el momento de ser contactado por Fidel Castro Ruz, en México, y desembarcar del Gramma en las costas cubanas. Pero, no era un Cristo, para nadie es un secreto que una vez en el poder, desfilaron por el patíbulo muchos hombres considerados desafectos al nuevo régimen. Desde los episodios de la guerra, cuya causa patriótica es la que enaltece al soldado, sea éste noble o no, el ``Che`` dio muestras de secuelas radicales en tiempos pasivos. Su estrella brillaba y seguirá brillando, pero, el grande hombre en ocasiones ``enseñó el refajo``, pasando del mito legendario al hombre común, en el manifiesto de sus expresiones: ``Tiré a rumbo la primera vez y fallé, el segundo disparo dio de lleno en el pecho del soldado...``. Acotó. En el gobierno de Fidel Castro, aceptó ser Ministro de Economía y Logística y promovió el armamentismo soviético a favor de Cuba. Una posición incompatible para un médico, filàntropo o un cristo libertador. Además, sellaba el apañamiento político de esa gran nación con la URSS.
Antes de partir a Bolivia, pensando que allí era necesaria su ayuda para aquellos que sufrían los avatares de la dictadura, donde fue capturado y fusilado a sangre fría en 1967, no es de extrañar sus frases frente al sargento agresor, con un temple espartano, cuando mirándole fijamente y de forma misteriosa, le exige al soldado: ``Apunte bien, y no falle, que usted va a matar a un hombre...``. No, no es de extrañar esa actitud viéndose al pie de la tumba, si esbozamos aquí, que el 15 de julio de 1956 Ernesto dirige a su madre la carta siguiente: ``No soy Cristo y filàntropo, vieja, soy todo lo contrario a un cristo... trato de dejar tendido al otro, en vez de dejarme clavar en una cruz o en cualquier otro lugar... No solo no soy moderado, sino que trataré de no serlo nunca, y cuando reconozca en mi que la llama sagrada ha dejado lugar a una tímida lucecita, lo menos que pudiera hacer es ponerme a vomitar sobre mi propia mierda...``
El guerrero Gòmez tiene concepciones más apremiantes en todos sus pensamientos. Al contemplar el cadáver de su hijo Francisco Gòmez Toro (Panchito), maltratado, pateado, en fin, profanado, exclamó: ``Su muerte no duele tanto, si aceptamos que el soldado va a la guerra a vencer o a morir, lo que importa no es que hayan cortado la flor, sino que la deshojaran... esto le saldrá muy caro a los españoles...``
Ya conquistada la libertad en Cuba, Gòmez se refugia en su choza.. Se consumía en su hamaca, donde progresaba en su mano derecha una septicemia producida por cortaduras en la manipulación del puño del machete. Con fiebre y pocas fuerzas, su médico le recuerda que bien pudo disponer de la cuenta en dinero de la revolución, la cual estaba a cargo de Gòmez, y, éste le responde: `` Usted lo ha dicho, ese dinero es de la revolución, no de Gòmez...``. Y continúa diciendo: ``Tranquilícese doctor, ya la hamaca no me es cómoda, siento un extraño deseo de dormir allá, en el prado, junto con los potros... debe ser que ya la tierra me està llamando incesantemente a su seno...``
Se libra Cuba del yugo español, gracias al dominicano Gòmez, pero la política partidaria como siempre embarra las grandes epopeyas patrióticas. Sale España, pero interfieren los Estados Unidos, ofreciendo empréstitos y poniendo condiciones de Estado y de gobierno. Gòmez se opone a esos préstamos y a esas intromisiones, por ello, en una carta a Bernardo Boza, le dijo: ``En cuando a mi, no me hables de presidencia... ¿Por qué piensa usted que yo debo ponerme esa corona de espinas...?

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