A raìz del fusilamiento del general Ochoa, en Cuba, junto a otros cinco oficiales, en virtud de que el tribunal de la revoluciòn los habìa condenado a muerte, confesos culpables de traficar con drogas, poniendo la moral de la soberanìa de ese paìs en juego, fueron muchos los intelectuales que deploraron la suerte de ese alto oficial que, en ocasiones, era hombre de confianza de Fidel Castro, catalogando de radical el procedimiento de justicia ante un delito al que ya estaba acostumbrandose amèrica latina. Es sorprendente a veces, como historiadores, polìticos profesionales y eruditos en sentido general, revisten de ideas platònicas, sueños, si se quiere, lo que es propio de los sistemas polìticos y sus gobiernos. A veces lo hacen con un sentido filosòfico, plasmados de conceptos profundos y cargados de humanismos.
Ver esos fusilamientos en Cuba desde el punto de vista humano, serìa perdonar los millones de crìmenes que se han producido desde los confines de la historia mundial, producto de la desorganizaciòn y ausencia de direcciòn y mando en las sociedades. Serìa echar de lado las leyes, las doctrinas y principios que, al conformar el Estado, institucionalizan las naciones. Serìa, en fin, negar a Jesùs como autoridad, cuando por hipòcritas y dañinos, decide arrojar a los fariseos del templo.
Ahora, que Fidel Castro antes de ser gobierno fue apresado y acusado de terrorista en varias oportunidades, lo sabemos. Pero el error de Fulgencio Batista fue no haber fusilado a Fidel Castro. De fusilarlo, se hubiera librado, no solo de la derrota, sino que Cuba no estarìa cuestionando hoy, quizàs, el retorno del capitalismo como consecuencia del desmoronamiento econòmico polìtico de la URSS.
El mundo ya no sabe donde va. Nadie sabe cual es la polìtica acertada ni cual es el sistema perfecto. Todo ha resultado ser mentira. El capitalismo, y el socialismo como fase superior del capitalismo, han pasado a ser joyas de la mitologìa. Lo que prima en las sociedades es el gobierno que cada pueblo busca y se merece. Màs, lo que debe regir en ellas, es el criterio de direcciòn y autoridad de sus gobernantes.
De fusilar a Castro se hubiera librado el pueblo dominicano de tantas muertes, como las que produjo el frente guerrillero de Constanza, Maimòn y Estero Hondo, y la intentona de Cayo Confite. De fusilarlo, Ròmulo Betancourd en Venezuela, no hubiese sido vìctima de un atentado al que escapò milagrosamente, por su interès de ayudar econòmica y operativamente al comando de los barbudos con fines de tumbar a Trujillo, provocando la ira de ese leòn rugiente.
Hoy, Fidel es quien fusila. Le tocò a èl ejercer el poder y, a sus 33 años de gobierno, no quiere incurrir en errores humanistas.
a) ¿Cuàntas negociaciones e intentos de ellas han tenido las guerrillas salvadoreñas y el gobierno de esa naciòn...?
b) ¿Y Colombia, còmo està...?
El asunto no es fusilar sino a quien se fusila. Por no fusilar son miles y miles los niños inocentes que han caìdo abatidos, violados y desaparecidos, decenas de nuevos cementerios han surgido del crimen del narcotràfico, nuestros pueblos van perdiendo sus costumbres, su folklor, las madres se desgarran el alma ante sus hijos inmolados por el uso de estupefacientes, la aberraciòn del crimen como subcultura, asesinos que descuartizan causando horror y pena, las violaciones, las sodomìas en cada esquina, etc., no se vislumbra como parar. Todo, todo luce cuesta abajo, por no querer fusilar...
Ver esos fusilamientos en Cuba desde el punto de vista humano, serìa perdonar los millones de crìmenes que se han producido desde los confines de la historia mundial, producto de la desorganizaciòn y ausencia de direcciòn y mando en las sociedades. Serìa echar de lado las leyes, las doctrinas y principios que, al conformar el Estado, institucionalizan las naciones. Serìa, en fin, negar a Jesùs como autoridad, cuando por hipòcritas y dañinos, decide arrojar a los fariseos del templo.
Ahora, que Fidel Castro antes de ser gobierno fue apresado y acusado de terrorista en varias oportunidades, lo sabemos. Pero el error de Fulgencio Batista fue no haber fusilado a Fidel Castro. De fusilarlo, se hubiera librado, no solo de la derrota, sino que Cuba no estarìa cuestionando hoy, quizàs, el retorno del capitalismo como consecuencia del desmoronamiento econòmico polìtico de la URSS.
El mundo ya no sabe donde va. Nadie sabe cual es la polìtica acertada ni cual es el sistema perfecto. Todo ha resultado ser mentira. El capitalismo, y el socialismo como fase superior del capitalismo, han pasado a ser joyas de la mitologìa. Lo que prima en las sociedades es el gobierno que cada pueblo busca y se merece. Màs, lo que debe regir en ellas, es el criterio de direcciòn y autoridad de sus gobernantes.
De fusilar a Castro se hubiera librado el pueblo dominicano de tantas muertes, como las que produjo el frente guerrillero de Constanza, Maimòn y Estero Hondo, y la intentona de Cayo Confite. De fusilarlo, Ròmulo Betancourd en Venezuela, no hubiese sido vìctima de un atentado al que escapò milagrosamente, por su interès de ayudar econòmica y operativamente al comando de los barbudos con fines de tumbar a Trujillo, provocando la ira de ese leòn rugiente.
Hoy, Fidel es quien fusila. Le tocò a èl ejercer el poder y, a sus 33 años de gobierno, no quiere incurrir en errores humanistas.
a) ¿Cuàntas negociaciones e intentos de ellas han tenido las guerrillas salvadoreñas y el gobierno de esa naciòn...?
b) ¿Y Colombia, còmo està...?
El asunto no es fusilar sino a quien se fusila. Por no fusilar son miles y miles los niños inocentes que han caìdo abatidos, violados y desaparecidos, decenas de nuevos cementerios han surgido del crimen del narcotràfico, nuestros pueblos van perdiendo sus costumbres, su folklor, las madres se desgarran el alma ante sus hijos inmolados por el uso de estupefacientes, la aberraciòn del crimen como subcultura, asesinos que descuartizan causando horror y pena, las violaciones, las sodomìas en cada esquina, etc., no se vislumbra como parar. Todo, todo luce cuesta abajo, por no querer fusilar...
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