No dudo del caràcter predestinado de un hombre al que admiro tanto, Joaquìn Balaguer, nacido en el humilde poblado de Villa Bisonò, Navarrete, amparado bajo una casita de madera techada de zinc, y posteriormente convertido en el polìtico màs suntuoso, el màs distinguido, no cabe dudas y, sin quizàs, respetado por Trujillo, por su condiciòn sobria y comedida, en fin, un hombre universal de condiciones imperecederas. Pero, resulta paradògico que Trujillo, siendo hombre de pocas letras, puso en su entorno a las màs connotadas personalidades intelectuales de la època, contando a Balaguer y, aunque muchos de ellos siendo eruditos, se guiaron por los caprichos del dictador, no menos ciertos es que èste tuvo a su alrededor muchìsimos hombres pràcticos y diligentes que resolvìan problemas sin muchas consultas que no sea el apego a las leyes y a lo que debe ser. La realidad polìtica de los que rodearon a Balaguer es cruel, pues detràs de un Neròn siempre hay un Bruto, cuyo apellido no es simple coincidencia, si con la teoria de hombre mediocre que describe el escritor Josè Ingenieros: eficiente, aunque indeciso, sujeto siempre a la deteminaciòn de su jefe. Recordamos, que si Julio Cèsar hubise autorizado a Marco Junio Bruto en su conspiraciòn contra Pompeyo, a lo mejor no hibiese sido tan eficiente en su acciòn que culminò con la muerte de èste, la que fue repudiada por el emperador, quien, a pesar de perdonar su hombre de confianza, no evitò que el ejèrcito repudiara tal acometida y Bruto terminò suicidàndose. Porque las decisiones de Estado, sì deben ser consultadas al gobernante, sobre todo, si el funcionario està identificado con su lìder y no tiene interès de trascender. Ahora bien, las decisiones de ley, las que se ajustan a lo que debe ser, conforme a la ètica y las buenas costumbres, por què no ejecutarlas... si funcionario se deriva de que funciona. En muchos aspectos Trujillo tampoco fue la excepciòn. Fueron muchos los casos, que con prominentes funcionarios al su alrededor, ninguna obra fue ensayada ni ejecutada sin el afinamiento inicial o final de las manos del`` ùltimo de los Cèsares``. Pero, ¿què pasa con nuestra democracia que se pinta como la panacea del Estado?, ¿Dònde està la alternabilidad, los criterios, la libertad de palabras y creencias, la libertad de discernir con respeto y lògica?.
No me olvidarè jamàs, cuando un antiguo director de CORDE renunciò, porque despuès de haber realizado alrededor de quince visitas al Palacio Nacional procurando abastecerse de autoridad para tomar ciertas decisiones, no fue recibido por el Presidente de la Repùblica. Tuvimos tambièn el caso de la renuncia de un reconocido intelectual dominicano, preparado, quien no tuvo el respaldo econòmico de su gobierno para sacar de crisis la secretarìa de educaciòn, pero quien tampoco fue creativo ni hizo el esfuerzo correspondiente, utilizando su capacidad por nosotros conocida, enseñando a labrar con los bueyes que tenemos.
¿Què pasa con la salud?. Parece que importa màs el aspecto administrativo y sus veleidades, que someter ante el Ejecutivo, de manera pùblica y decidida, las alternativas, las medidas econòmicas, austeras, necesarias para equipar a los hospitales y surtirlos de medicinas, eso sì, estableciendo responsabilidades sobre ellos, limpiarlos y desarrabalizarlos, estirpando de raìz la mediocridad y la politiquerìa barata de su gremio. Los mèdicos deben recordar cada dìa a Hipòcrates, pensar que sus derechos comienzan donde teminan sus deberes, aunque los deberes no terminan nunca. Hay profesiones o carreras que son sacerdocios y la del mèdico es una de ellas, como la del militar, el policìa, entre otras. El empleo como tal tiene otra categorìa y caracterìstica en las sociedades.
¿Què pasa con la seguridad ciudadana, cuando en las Fuerzas Armadas y en la Policìa Nacinal estàn juntos mansos y cimarrones?, ¿Què hacen en las calles los reconocidos narcotraficantes y los reconocidos delincuentes...?.
Cosa como estas, señores, se mantienen de rigor en el discurrir del perìodo constitucional 1990-1994. ¿Què serà del pròximo perìodo con la formal apertura de un movimiento polìtico denominado ``Lo que diga Balaguer...``?.
Esa es la pregunta oportuna. Dicho movimiento es la incapacidad hecha pùblica, es el manifiesto del futuro acèfalo de un partido polìtico, es la creciente balaguerista, aùn màs, es la negaciòn de que funcionar es la atribuciòn al funcionario, es la desesperanza del gobernado, es la utopìa de la democracia real por la que abogamos... sì, sinceramente, creo en la deidad de Balaguer... y los funcionarios cicateros.
No me olvidarè jamàs, cuando un antiguo director de CORDE renunciò, porque despuès de haber realizado alrededor de quince visitas al Palacio Nacional procurando abastecerse de autoridad para tomar ciertas decisiones, no fue recibido por el Presidente de la Repùblica. Tuvimos tambièn el caso de la renuncia de un reconocido intelectual dominicano, preparado, quien no tuvo el respaldo econòmico de su gobierno para sacar de crisis la secretarìa de educaciòn, pero quien tampoco fue creativo ni hizo el esfuerzo correspondiente, utilizando su capacidad por nosotros conocida, enseñando a labrar con los bueyes que tenemos.
¿Què pasa con la salud?. Parece que importa màs el aspecto administrativo y sus veleidades, que someter ante el Ejecutivo, de manera pùblica y decidida, las alternativas, las medidas econòmicas, austeras, necesarias para equipar a los hospitales y surtirlos de medicinas, eso sì, estableciendo responsabilidades sobre ellos, limpiarlos y desarrabalizarlos, estirpando de raìz la mediocridad y la politiquerìa barata de su gremio. Los mèdicos deben recordar cada dìa a Hipòcrates, pensar que sus derechos comienzan donde teminan sus deberes, aunque los deberes no terminan nunca. Hay profesiones o carreras que son sacerdocios y la del mèdico es una de ellas, como la del militar, el policìa, entre otras. El empleo como tal tiene otra categorìa y caracterìstica en las sociedades.
¿Què pasa con la seguridad ciudadana, cuando en las Fuerzas Armadas y en la Policìa Nacinal estàn juntos mansos y cimarrones?, ¿Què hacen en las calles los reconocidos narcotraficantes y los reconocidos delincuentes...?.
Cosa como estas, señores, se mantienen de rigor en el discurrir del perìodo constitucional 1990-1994. ¿Què serà del pròximo perìodo con la formal apertura de un movimiento polìtico denominado ``Lo que diga Balaguer...``?.
Esa es la pregunta oportuna. Dicho movimiento es la incapacidad hecha pùblica, es el manifiesto del futuro acèfalo de un partido polìtico, es la creciente balaguerista, aùn màs, es la negaciòn de que funcionar es la atribuciòn al funcionario, es la desesperanza del gobernado, es la utopìa de la democracia real por la que abogamos... sì, sinceramente, creo en la deidad de Balaguer... y los funcionarios cicateros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario