domingo, 18 de septiembre de 2016

VIVIR, SIMPLEMENTE...

Eran zancadas quijotescas, entre el drenaje, charcos y lodos bateyanos; eran peluqueros, fotógrafos, y hasta aquel hombre médico , ´´matasanos´´ de domicilio, con maletín de suela y correas, llano, sencillo; existía el sacamuelas, que en esos tiempos lejanos no sólo corrían de plano lugares desconocidos, entre el salado y el dulce impuesto del régimen, también eran escarpados, entre ´´Las Tejas´´ y ´´Los Robles´´, como si incursionaran con amor en El Capitolino de Roma, que entre sus trillos y aromas cabalgaban como nobles; se despertaban de tal alucinación con el sonido del acordeón movido como gusano de seda, el tormento cosechero, tabaco y recato bajo sombrero y frente al fogón caliente, la espera; caminaban a la sazón, siniestros personajes, entre aquel viento y ropaje que nos trae la adversidad, y es que la vida viene y se va, como péndulo perenne, y el que hoy vive no siente los remilgos de la historia, artes, ni retóricas ruidosas; se va la vida en la fosa de una loma amenazante, ahora,  o de la mujer, que amante, nos da su dulce en la aurora...

MORIR Y VIVIR A LA VEZ...

El sol se asoma temprano, recargado, no importa los escombros dejados por la cotidianidad semanal; entre las rendijas deja escapar su rayo de esperanza, y hasta la muerte deja secuelas de dolor y suspiro inusitados, alivio; se escapa la vida, por los sumideros siniestros, mientras afuera, aún entona el canto de los pájaros, aquel que emulan las cuerdas en mágicos dedos y la música de viento; luces que toman lugar donde fue tenue y oscuro, caminos tranquilos bajo los flamboyanes, amor furtivo, y el crujir de las hojas secas de otoño; muero y vivo el pasado renegado, ranchos viejos y oxidados de un tiempo que fue mejor; amor no fue la excepción en cantos de serenatas, y todavía conservo y me delatan suspiros de un eterno dormir, de un encanto que al gemir, me llevan a esos lugares, lejos de aquellos mares, mas, un silencio sutil, luna llena, claveles, colores, el rojo, tu carmesí...

sábado, 10 de septiembre de 2016

EL ANTAÑO Y LA ESPERANZA...

¡Y se perdió el último amor como los demás!; se fue por la misma borda, aunque se llevó su mochila de papeles y circunstancias distintos. Allá está, en un abismo sin fondo, que, de tenerlo, bajaría mis brazos tan profundos y literales para extraer el que encabeza la vida, mi vida, de memoria y olfato inefables, con la fuerza de las uñas, del alma que aún arrastra mi cuerpo, con el ímpetu que da el primer amor, el creído, el del pueblo, el que traza la pauta de los amores y ensueños y nos hace viejos, pero sin olvidar, y me pregunto, ¿dónde estás, ojos de soles, boca de flor?, ¡oh risa sureña, que aunque símil de las olas, no te siento en esa borda!, te tengo aquí bien cerquita, mi néctar de picaflor, de arrullos, de besos, con sabor a cundeamor...