jueves, 25 de octubre de 2012

¡AQUEL OTOÑO QUE ALERTA...!!!

Pues no es la muerte que avisa,
es la vida...
es esa etapa que urgida
va durmiendo la esperanza,
la brisa con hojas secas,
la lluvia que moja y vuelca
nuestros amores a ultranza...

Estaciòn maravillosa,
pues sustituye el calor,
pero se siente el dolor
de la juventud primera,
ya no existe la postrera;
¡se marchan tan sigilosas...!

Espejos que nos acosan,
te enrostran tu trajinar,
no te dejan disfrutar
el entorno de las rosas;
caen mojadas,
silenciosas,
siento el alma marchitar,
tras un invierno glacial
que no encuentra primavera,
recuerdo a tientas, quimeras,
y aquellas bocas preciosas.

Porque eres joven aùn...
por no ser viejo total,
para jamàs encontrar
los reflejos que hoy son sueños,
es que ya no eres el dueño
de los encantos con ansias;
admites con tolerancia
que ni tù mandas tu entuerto,
mantienes siempre despierto
y recuerdas con denuedo,
cuando te lanzaba (s) al ruedo
tras aquellas rosas blancas,
negras, lila (s) y trigueñas;
rosa roja que me encanta...

viernes, 19 de octubre de 2012

SAUDADES DE UN JAQUIMEYES CON PINCELADAS HISTÒRICAS...

A Alejandro De la Paz De Leòn (Cambè). Memoratissimus.

Con la muerte de ``Cambè``, se cierra un interesante capìtulo de la historia policìaco-militar de un paìs, que inmerso en la polìtica de èlite de una guerra fria, no escapò de las adversidades de los injustos y de aquellos que, creyèndose justos, usaron el robo, el asalto a mano armada y el saqueo con el lema de ``Confiscaciòn Revolucionaria``, cuando no pudimos soslayar  los desaciertos estadounidenses y sovièticos.

Por lo menos en esa època, sì aparecieron los hombres capaces de poner orden dentro de una sociedad convulsa, pero confundida. Obligada a enderezar un Estado cuyos entuertos fueron impuestos.

De la Paz De Leòn (Cambè), formò parte de notables coroneles, y posteriores generales, cuando desde entonces, incluyendo los de la acera de enfrente, aspiraban a ``casar con la gloria`` a alguno de ellos.

Ecuànime y jovial, ademàs de muy joven para ese tiempo, Cambè jugò el rol que ya quisieran jugar los del montòn que hoy ostentan rangos; en oportunidades, tuvo puño de hierro en guantes de seda, cuando le tocò sostener y hacer brillar el sable de los ya extintos caballeros oficiales, y despertò, por què no decirlo si son los gajes del oficio, pasiones encontradas, pero tambièn sentimientos de amores, aprecios y hasta favores, recibidos por un pueblo, una comunidad que como Jaquimeyes, lo amò como uno de sus hijos màs legìtimos y leales a su lar nativo; dueño y representante de una generaciòn que nos trajo luces, sin que dejàsemos de remontarnos a los años viejos, a nuestras raìces, al generalato de montonera que llevò a ese terruño, provenientes de otras sitierìas, a los Matos, los Batista; asentamiento de noblezas de ìndole moral, como tambièn los Lòpez, los Nin, y saudades inèditas de un algo màs que centenario hombre, que como don Alejandro, padre del hoy finado gendarme, se llevò a la tumba, dejando una familia honorable y laboriosa, los De la Paz De Leòn, junto a su amada doña Elvira, valores estoicos que les dan a Jaquimeyes el còdigo de ètica de una comunidad sociològica, històrica, romàntica y de caràcter imperecedero....

Jaquimeyes tendrà que seguir adelante, pues los notables, como tù, Cambè, no mueren, sino que se transforman, pero siguen entre nosotros. ¡Hasta siempre Cambè...!.

domingo, 7 de octubre de 2012

DE MIS MUERTOS FAVORITOS... ( 6 ).

Màximo Gòmez.

Al hombre Gòmez le cabe la gloria de que, siendo un anciano, libró tantas batallas como libertad e identidad al pueblo cubano. Soportó desde el principio los vejámenes con que son tratados los advenedizos, por lo que tuvo que ofrecer sus servicios como soldado raso y obviar su condición de oficial de las reservas dominicanas. Resistiò el dolor de ver muerto y mutilado a su hijo Francisco (Panchito) Gòmez Toro, cuando combatìa junto al Titàn de Bronce, Antonio Maceo y Grajales. ``El soldado va a la guerra a vencer o morir. No es justo que despuès de cortada la flor, luego la mutilen...``. ``Estos españoles, sabràn en lo adelante, quien es el viejo Gòmez...``!!!.

A sus 69 años ya se habìa glorificado en las batallas de El Crisol, Guantànamo, Camagüey, Palo Seco; Naranjo, Las Guàsimas, La Trocha de Jùcaro a Moròn, entre otras...

En su rancho de El Calabazar y a los pocos dìas de hacerles saber a las nuevas autoridades cubanas que no aceptaba la presidencia de esa naciòn, que no estaba de acuerdo con la intromisión de los Estados Unidos; si se habìa derramado tanta sangre precisamente en busca de la soberanìa y la libertad, apuntalando inclusive, que esa era una corona de espinas que impondrìan en su cabeza; el legendario se ausentò por algunos dìas. Comenzò a enfermar, y fue visitado por una comisiòn de los miembros oficiales de la revoluciòn cubana, ya enquistados en el nuevo Estado, incluyendo un mèdico. ``Gòmez se muere de hambre...``, expresò el galeno. ¡``¿Còmo...?``!, se exalta uno de los personeros. ¡``Pero... generalìsimo, si usted es quien maneja la cuenta de la revoluciòn... còmo es que se està dejando morir...``?. ¡``Usted lo ha dicho, la cuenta de la revoluciòn... no de Màximo Gòmez...``!. Acotò el hèroe. Y, a seguidas, se expresa: ``Ya la hamaca no me es còmoda. Siento una extraña sensación de dormir allà, en el prado, junto a los potros... ¡no se preocupen!, es que la tierra me està pidiendo incesantemente a su seno...``!.

Al otro dìa, 17 de junio de 1905, muriò quien Eugenio Deschamps definiò como la Resurrecciòn de la Epopeya.

Màximo Gòmez, El Libertador (Tomàs Bàez Dìaz).
Perfìl Militar Dominicano de Màximo Gòmez (Euclides Gutierrez Fèlix).


viernes, 5 de octubre de 2012

DE MIS MUERTOS FAVORITOS... ( 5 ).

Ernesto (Che) Guevara De la Serna.

Natural de Argentina, muerto en Bolivia el 9 de octubre de 1967, reo de la dictadura militar del general Renè Barrientos.

Guevara, mèdico de profesiòn, entendiò que la vida lo necesitaba en la guerra de guerrilla, en paìses que por sus condiciones històricas coyunturales, estaban inmersos en el totalitarismo. Antes de prestar apreciados servicios guerrilleros y profesionales en África y en especial en la Repùblica Democràtica del Congo, tierra de Patricio Lumumba, asesinado en 1961, y Guatemala; Guevara fue ideòlogo, entrenador y jefe de logìstica de la revoluciòn cubana que mantiene aùn vigente a Fidel Alejandro Castro y Ruz en el poder polìtico.

Llegò a creer en sì mismo y pensar que cargarìa con la estrella del ùltimo libertador de amèrica.

Fue el capitàn Fèlix Rodrìguez quien recibiò la orden de fusilar al legendario guerrillero. Èl se lo comunicò al propio ``Che``; y se dirigiò al sargento Teràn para que ejecutara la orden. Dice el capitàn Rodrìguez: ``Le dije a Teràn que debìa dispararle al ``Che`` bajo el cuello, ya que asì podrìamos probar que habìa sido muerto en combate. Teràn pidiò un fusìl y entrò a la sala con dos soldados. Cuando escuchè los disparos anotè en mi cuaderno: 1:10 P.M., 9 de octubre de 1967``.

En resùmen, el sargento Teràn relata lo siguiente:

``Cuando lleguè el ``Che`` estaba sentado en un banco. Al verme dijo: ``Usted ha venido a matarme``. Yo me sentì cohibido y bajè la cabeza sin responder. Entonces me preguntò: ``¿Què han dicho los otros?``. Le respondì que no habìan dicho nada, y èl contestò: ¡``Son unos valientes...``!. Yo no me atrevì a disparar. En ese momento vì al ``Che`` grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentìa que se me echaba encima y cuando me mirò fìjamente, me dio un mareo. Pensè que con un movimiento ràpido el ``Che`` podrìa quitarme el arma. ¡``Pòngase sereno - me dijo - y apunte bien!, ¡Va a matar a un hombre...!``.

jueves, 4 de octubre de 2012

DE MIS MUERTOS FAVORITOS... ( 4 ).

Juan Vicente Gòmez.

Naciò el 24 de julio de 1857, en La Mulera, Tàchira, Venezuela. ``El Jombre de la Mulera...``, como le llamaba el burgo de manera subrepticia; ``El Caudillo de los Andes...``, era hijo de Pedro Cornelio Gòmez Garcìa y de Hemenegilda Chacòn Alarcòn. Hombre de mucha proliferaciòn genètica, a quien se le conociò dos parejas oficiales, la primera Dionisia Gòmez Bello (siete hijos), y la segunda, Dolores Amelia Nùñez De Càceres (ocho hijos). Segùn registros, Gòmez tambièn fue padre entre 67 y 84 hijos ilegìtimos, muchos de los cuales recibieron puestos en la administraciòn pùblica, junto con algunos de sus hijos legìtimos, lo que le valiò de acusaciones de nepotismo. (Luis Felipe Mejìa, en su obra ``De Lilìs a Trujillo, califica a Gòmez como cruel, pero serio y austero en el manejo del Estado). Gòmez fue el mayor de una familia de doce hermanos, de quienes se hizo cargo a temprana edad, siendo Indalesia, Juan Crisòstomo y Regina, sus consentidos.

A la hora de su muerte, el 17 de diciembre de 1935, aquejado del mal de pròstata, Gòmez nunca mostrò arrepentimiento de haber llevado la paz y el progreso a Venezuela a travès de la polìtica de los grilletes. ``Nunca estuvo lejos la càrcel como en los tiempos de Gòmez``. Los castigos en las ergàstulas venezolanas eran la antesala del ``lago de fuego del infierno``. El gobierno, en sus veintisiete años ininterrumpidos, dejò de tener enemigos activos. Unos estaban en las càrceles, otros muertos.

Gòmez consideraba su muerte inminente, y encargò a su hermano Juan Crisòstomo Gòmez del gobierno. Èste no dejò de consultarle hasta el ùltimo suspiro. Gòmez gobernò despuès de muerto, pues Juan Crisostomo, a solicitud de su hermano, ganò tiempo para evitarle al general Eleazar Lòpez Contreras la coyuntura favorable de tomar el poder.

En su lecho, moribundo, el bagre venezolano recibe la visita de un cura de Maracai, a sugerencia y cuasi imposiciòn de Indalesia. El sacerdote le sugiere al gobernante que se arrepienta y pida perdòn, pero Gòmez lo sujeta por el cuello y lo aprieta, dispuesto quizàs a llevarse su ùltima vìctima, y, con su voz queda y autoritaria, le contesta: ``Y usted... por què no se lo sugiere al cabròn de su jefe... sì, el Papa mentao... to acomodao, viviendo de la corona que exhibe airoso... viviendo del màs pendejo sin trabajar...``; ¡làrguese...!.... ¡Regina!!!, le gritaba a una de sus ancianas hermanas. ¡Dime Juan Vicente...!, se apresura ella. Èl le responde: ``Te voy a dejà/ un encargo... este viejo va a morì/, ha hecho mucha ya... Venezuela vive en paz, los insurrectos estàn ya muerto/..., otros revoltoso/, estàn preso/...; si el gobierno se tambalea, por la salud de la Patria, que no quede un delincuente vivo en las càrceles...``.

Juan Vicente Gòmez y su època (Elìas Pino Iturrieta).
Gòmez, El Tirano Liberal (Manuel Caballero).

lunes, 1 de octubre de 2012

DE MIS MUERTOS FAVORITOS... ( 3 ).

Rafael Leonidas Trujillo Molina:

Quien muriò como viviò, lleno de verticalidad inusitada al ser radical con lo bueno y con lo malo. Trujillo, en su genoma humano estaba compuesto de etnias afloradas, ninguna enclaustrada ni recòndita en su impredecible proceder.

El dìa de su muerte, ese 30 de mayo de 1961, fue ominoso, afortunado y desafortunado a la vez, ya que su ser, cuasi humanoide, llevaba complejidad desde su engendro hasta su transformaciòn, porque no ha muerto, sobre todo, para los que siguen las improntas esotèricas de una vocesita que a èl le caracterizò como si fuere manejado por el diablo como ventrílocuo. Ese tipo de espécimen nunca muere; subsiste en los misterios de la vida y hasta en el morbo de los que siempre hurgan en sus profundidades.

Ese dìa tuvo tiempo de visitar sus hijos, a quienes mantuvo siempre aledaños, por lo menos, aquellos que procreò con Marìa Martìnez Alba; de ser cariñoso como el que màs, con los nietos que le regalò la vida, los que hacìan de èl un hombre comùn dentro de sus singularidades.

Imitò, quizàs sin proponèrselo, ya que era histriònico, a Jesùs, cuando rodeado de su escolta, en un yate de su propiedad, surto en el puerto de Sans Souci, le expresò a su connotado séquito civil: ``Pronto los voy a dejar... sè que estoy siendo objeto de alguna traiciòn, y no descarto que entre nosotros, aquì presentes, haya algùn culpable...``. Tal señalamiento dejò atònitos a sus paniaguados, quienes empujados por corrientes coincidentes de la vida, se hacìan preguntas y se las hacìan a èl, y sus ademanes eran rèplicas de aquella ``Santa Cena`` con los doce apòstoles...

Lo vieron caminar y hacer señas de que lo dejen solo. Estaba ataviado de la gala blanca de la marina dominicana, mientras se internaba en el bosque contìguo a la ribera de la rìa del Ozama, segùn los que lo avistaron. Realizò una acciòn ritual y murmurò algo que se interpretò como una oraciòn. ¡``Adios todos...!``, como una despedida definitiva, partìa alguien conocedor de su destino y del rol que vino a desempeñar en la tierra; aquel que conociò la fecha de su nacimiento y que fue avisado por sus ànimas sobre el dìa de su partida.

El teniente Amado Garcìa Guerrero, de su Cuerpo de Ayudantes Militares, ya le habìa escuchado decir que no queria escoltas en esa, su ùltima cita de amor en la Casa de Caoba, allà, en su San Cristobal natal, donde con regularidad ponìa en juego su ufanado y dilatado don de ``macho cabrìo``, de dotado semental.

Se uniformò de verde olivo, guiado por uno de sus leales, el entonces capitàn Zacarìas De la Cruz, hombre discreto hasta su muerte; personaje esencial para describir los ùltimos momentos vividos por ese ser, si no extraordinario, para no herir susceptibilidades, extremadamente diferente: ¡``Estamos rodeados jefe...``!, le dice Zacarìas. ¡``Sì, me traicionaron...``!, ``Saben que salimos solos...``; ¿Què hacemos jefe, creo que podemos salir de aquì... y escapar...?, ¡``No, pàrate... hay una ametralladora debajo del asiento  trata de sacarla...``!, ¡Pàrate carajo... vamos a pelear...!, mientras con su revolver calibre 38 en la mano, aquel que usò siendo teniente de la Guardia Nacional Dominicana, y que conservaba de reliquia como recuerdo de su cabalgar contra los patriotas del Este, logrò herir al complotado capitàn Pedro Livio Cedeño, lo que sirviò como punta de lanza en el desencadenamiento de todo un proceso conspirativo que al dìa de hoy tiene abiertas sus heridas...