Tristeza que trae el tiempo que nunca es joven;
saudade,
maldades de una memoria de elefante,
por frustraciones quizás;
o por exceso de bondad en besos dulces
y risas señeras que encantan,
donde se repite el canto
en nuevas generaciones;
cosechas de orquídeas,
amapolas,
en esta estación de otoño,
inminente,
ya presente,
que en su arroyo,
no detiene los escollos
ni el ondular de las olas;
¿dónde te escondes amada,
de esas mieles que pasaron,
si ocultaste en caracola
ese cuerpo de sirena?,
es luna llena y aurora
en el patio de la casa,
donde otrora,
y aún presente,
arrastra mi cuerpo el alma...
No hay comentarios:
Publicar un comentario