¿ Qué interés podrían tener los historiadores, políticos e intelectuales dominicanos de excluir de los textos escolares el nombre de Rafael Leonidas Trujillo Molina, que no sea la retaliaciòn, el rencor y el odio que provocó su oprobiosa dictadura...?. Pero, existió Nerón, que quemó a Roma, y los Césares con sus secuelas de maldad y locura en naciones de ultra mar que hoy son altamente civilizadas, quizás, precisamente porque no se soslayó la historia. Existió Adolf Hitler, un líder indiscutible, pero esquizofrènico, loco de amarrar y sanguinario sin par, como Stalin y Musolini, implacables, como Napoleón Bonaparte. Conquistadores terribles que decapitaban sociedades o tribus completas en su afán de dominación mundana, aunque en nombre de la Iglesia Católica, la Inquisición, usando historietas como la de la Virgen de las Mercedes, bendiciendo los españoles cuando asesinaban los nativos. Dictadores como Juan Vicente Gòmez Chacòn, venezolano, ``El Jombre de la Mulera...``, ``El Caudillo de los Andes...``, nacido en el condado de Tàchira, que se distinguió por las torturas de los grilletes, por matar con la cárcel tormentosa, con la cárcel de terror, cuya tumba hoy es visitada por centenares de turistas, motivados por la curiosidad y el enigma. Y es que los pueblos que no escriben su historia, imparcial, real, con lo malo y con lo bueno, con sus sombras y sus luces, están proclives a repetir precisamente la negatividad de sus hechos. No soy trujillistas. Pero los intelectuales dominicanos saben, que esbozar la historia de Trujillo implicaría no solo hablar de sus sombras, sino también de sus luces. Hasta ahora, los que han escrito son reconocidos enemigos del tirano que sufrieron los rigores de su sangrienta tiranía. Parcializados en sentido general. Otros neutrales, han escrito la historia señalando luces y sombras, pero con un estilo propio de complacencia y de cuidado, para no herir susceptibilidades.
A Trujillo hay que analizarlo desde el punto de vista científico, no humano. Ver el personaje, no la persona. Ver la coyuntura política, económica y social de la época en que tuvo su asunción al poder. Es cierto que era asesino, egoísta, simulador, chismoso, entre otros tantos epítetos, como el de ladrón... por ejemplo. Pero hay que añadir que nunca empeñó el carácter legal e institucional del Estado dominicano. Que las haciendas que administraba, como ``suyas``, con mucha adhesión por el ganado y los caballos de paso fino, al fin y al cabo sirvieron de beneficio al Estado. Que, hasta donde sabemos, nunca hizo arreglos para que, a su muerte, las decenas de empresas con que contaba el país, incluyendo la Industria Nacional Azucarera, quedase a nombre de su familia. Todo lo contrario. Ni siquiera en el aspecto político, que era por donde debía comenzar si quería atesorar los recursos del Estado para su familia, tuvo la intención de monarquizarlo, pues en varias ocasiones se manifestó de manera casi pública que, para gobernar, Ranfis, su hijo, no tenia el más mínimo talento. Pues, quizás, al concentrar en sus manos, con poder onnìmodo todo el devenir económico del país y, con honradas excepciones, no dar participación a los expertos económicos de la época, sino mas bien, ordenar, señalar las reglas de juego, contribuyó al fortalecimiento de las instituciones financieras, de la moneda, de la exportación y otros beneficios propios del trabajo y de la producción en buena lid.
Les recomiendo una lectura imparcial: ``Trujillo, Cara y Cruz de su Dictadura``, por Gerardo Gallegos, un escritor cubano, que nos describe la situación inhóspita de una sociedad que, como República Dominicana, antes de 1930, es decir, antes de Trujillo, sufría los rigores de la anarquía política, social y económica. Era una nación, se podría decir, como el Haití de hoy, de un Estado incierto, sin rumbo fijo, sin meta a determinado propósito de organización
¿Por qué no hacer un museo...?. Tanto el museo como sincerar la historia, contribuye a que por fin se rompa el mito. Que la juventud no opine movidos por un espectro, por desconocimiento, pues no hay cosa más atrevida que la ignorancia. Pongamos las cartas sobre la mesa y despejemos los enigmas, ya que con ellos, de manera involuntaria, seguimos engrandeciendo y dando fama inmortal a alguien que, para muchos, es indeseable. Hagamos un museo completo: una sala con episodios de torturas y con la foto del sargento Josè Messòn, un moreno barahonero que participó en la llamada ``Conspiración de los Sargentos``, dirigida desde Cuba. Otras fotos como las de las hermanas Mirabal, pero también otra, donde Trujillo aparece retratado con Herdel Hull, firmando el tratado que nos liberaba de la deuda externa, y otras tantas acciones que, aunque lo vanagloriaban, también engrandecían al país, como fue la nacionalización de la mayoría de nuestras empresas, el pago religiosamente de las multinacionales y empresas extranjeras en sus obligaciones con nuestro Estado, la conservación de los recursos naturales, la fortaleza del Estado en cuanto al sistema de construcción sin vicios, la higiene, la sanidad, la salubridad en los campos, la producción, las diez tareas, la dominicanidad, la cultura, el arte, la comunicación, el paso de avance hacia la civilización...etc., en un país donde antes de 1930, los países extranjeros lo reconocían en el mapa mundo como Haití.
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