En la víspera nace la musa que inspira la gracia de tu llegada, linda, rosada, y, en la antesala, divisé tu rostro apegado al pecho de tu madre y eras como una estrella enclaustrada escapada de un firmamento lluvioso, caudaloso, cuando tras la señal de la enfermera autorizando mi entrada, tu hermanita Ana Tereza ya entusiasta me halaba: ¡´´ven papi, huye, ya nació la niña, ven´´!, y tu madre, con media sonrisa aturdida por el parto, me miró, y te susurró: ¡llegó tu papi y tu hermanita´´!, mientras ajena, chupando ese néctar maravilloso, comenzaste con tu inocencia a darnos tu linda risa y razón para vivir...
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