sábado, 12 de febrero de 2011

TRUJILLO EN LA HISTORIA. SU MUERTE. SECUENCIA HISTÓRICA: (3 de 3).

En el gobierno de Carlos Morales Languasco, resultò ser vicepresidente Ramòn Càceres Vàsquez (Mon). En menos de un año, el paìs viviò tres gobiernos y varias revoluciones. Al hablar Morales del apoyo al ex presidente Jimènez, se produjo el natural rompimiento que crea nuevas divisiones.

En diciembre de 1905 fracasa un autogolpe del presidente Morales, que lo libraría de fuerzas horacistas contrarias y asume la presidencia el general ``Mon`` Càceres, dicho sea de paso, primo hermano de Horacio. Mon pacificó el paìs y su gobierno de seis años fue de relativo progreso y orden social. Construyó carreteras y puentes e inaugurò el ferrocarril de Moca-Santiago, entre otras cosas, hasta caer asesinado en el malecón de la capital, próximo a Güibia, por un grupo conjurado encabezado por el general Luis Tejera, hijo del canciller e historiador don Emiliano Tejera. Luis Tejera sentìa celos  del jefe de la guardia de Mon, el joven general Alfredo Victoria, quien utilizò sus fuerzas para vengar la muerte de su presidente. Luis Tejera fue masacrado en la fortaleza Ozama, tras ser perseguido y capturado al cruzar el rìo Haina. Cuando a su triste padre lo llevaron para que presenciara el cadáver de su hijo, exclamò: ``Bien muerto, pero mal matado...``.

A Mon Càceres le sucede el senador Eladio Victoria, tìo de Alfredo, quien tenìa, este ùltimo la sartèn por el mango y por razones de edad, eligiò a su pariente para que ejerza la primera magistratura, hasta 1912, que caen  los ``Quiquises``, tèrmino utilizado en alusión a ``Quiquì``, apodo del senador Eladio Victoria. Con la influencia de los Estados Unidos, escogen en noviembre de ese año al Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, presidente de la Repùblica, quien se estableciò en Barahona y renunciò en marzo de 1913, porque no soportaba la presiòn polìtica y las andanadas del jimenista Desiderio Àrias, quien venciò a Horacio en la llamada ``Guerra del Ferrocarril``, siendo delegado del senador Josè Bordas Valdèz, elegido presidente el 14 de abril de 1913.

Cae Bordas Valdèz el 27 de agosto de 1914, renunciando de su cargo por no poder sofocar las revoluciones, dando paso a Ramòn Bàez Machado, hijo de Buenaventura Bàez, quien ocupó la presidencia de la repùblica en cinco ocasiones, en la Primera Repùblica, cuando alternaba su liderazgo con el caudillo Pedro Santana y Familia. En la administración de Bàez Machado, nuevamente intervinieron los Estados Unidos para celebrar elecciones libres, resultando elegido por segunda vez Juan Isidro Jimènez Pereyra, el 25 de octubre de 1914, hasta su renuncia el 7 de mayo de 1916, por las constantes presiones de una invasión crònicamente anunciada, dando paso al aludido doctor Francisco Henrìquez y Carvajal.

El gobierno militar de los EE.UU. cerrò el congreso, combatió a los patriotas bautizados como ``Gavilleros``, y crearon un orden social y polìtico a base de sangre, fuego y tortura. La firma del plan Hughes-Peynado, para la desocupación militar norteamericana que se produjo el 12 de julio de 1924, crearon las condiciones para unas elecciones entre la Alianza Nacional Progresista, con Horacio Vàsquez como candidato a la presidencia y Federico Velàsquez y Hernàndez  a la vicepresidencia, frente a la Coaliciòn Patriòtica de Ciudadanos, con el general Francisco Josè Peynado como candidato. Ese mismo acuerdo estipulaba un gobierno provisional cuyo presidente serìa electo por los principales lìderes de los partidos polìticos y por el arzobispo de Santo Domingo, resultando escogido el comerciante Juan Bautista Vicini Burgos.

Vàsquez ganò limpiamente las elecciones y, despuès de cuatro años de gobierno, con Trujillo a la cabeza de los cuerpos militares, comete el error de prolongar su mandato a seis años, lo que produjo cansancio en un pueblo poco acostumbrado a la rutina de un gobernante que, por demàs, estaba viejo y enfermo. El 23 de febrero de 1930, estalla un movimiento cìvico capitaneado por Rafael Estrella Ureña, desde Santiago, Desiderio Àrias y Elìas Brache, con el apoyo militar de la capital del general Trujillo. Asaltaron la fortaleza San Luis, cuya guarnición no puso resistencia y emprendieron la marcha hacia Santo Domingo, produciéndose el golpe de Estado. Trujillo se salió con la suya, pues después de proclamado Estrella Ureña como presidente, condicionó unas elecciones a su manera que le dieron el poder el 16 de agosto de ese mismo año, sin resistencia, aprovechando el enturbiado clima y pescando en mar revuelto.

El 30 de mayo de 1961, lloraron a Trujillo todos los estratos sociales dominicanos que expondremos a continuación: los que no lo conocìan como persona, sino al través de sus obras y, los que por razones obvias, vivos aùn, recordaban aquella otrora època en que la montonera no dejaba avanzar el país. Lo lloraron los dominicanos conscientes de que el tirano tenìa las manos manchadas de la sangre de los esposos Martìnez Reyna, de los Bencosme, Cipriano, Sergio y Donato, Desiderio Àrias, un general anarquìsta, de los que desembarcaron por Luperòn y luego, los que vinieron por Constanza, Maimòn y Estero Hondo, de las hermanas Mirabal y de la sangre de miles de nacionales y extranjeros que le adversaron. Pero el dominicano que lloraba, se lamentaba porque en materia de crímenes y asesinatos, tanto sus predecesores como sus ajusticiadores, no fueron la excepción. Trujillo combatiò y enfrentò a sus enemigos, era implacable como tal, radical con lo malo y con lo bueno. El hombre común, aquel que no cuestiona el poder ni conspira, no tuvo problemas con la Era.

Lloraban, pues se sentìa desde ya, que el objetivo logrado por Trujillo, como fueron la institucionalidad y el respeto, la seguridad ciudadana, el poder del Estado, el valor de la moneda y nuestra independencia econòmica que nos hizo libres y soberanos, comenzaba a marchitarse como la flor abruptamente cortada y tirada al suelo bajo las inclemencias del tiempo. Trujillo tenìa su estrella, era hombre de luz propia, pero... ¿Por què no admitirlo?. La adversiòn ganada fue producto de su fuerza intrìnseca y recio caràcter. Manejar un paìs como el que hemos descrito no es administrar una bodega. Siendo hombre de pocos estudios, su olfato polìtico y don de gobernante, lo impulsaron a codearse con los mejores ciudadanos. Conformò su gobierno con las mejores clases y familias del paìs, con verdaderos intelectuales y hombres probos que crearon institucionalidad y respeto, especialmente los que conformaron su sèquito civil. Aunque tuvo servidores de todas las calañas, eso es normal, porque ``hasta los palos del monte tienen su separaciòn, unos sirven para leña y otros para hacer carbòn...``. Para Trujillo, el protocolo era fundamental. El protocolo en el Estado define las distancias entre el gobernante y los gobernados, por lo tanto, el respeto y el orden no se hicieron esperar. Trujillo ha sido el ùnico gobernante en este paìs que se preocupò porque sus guardias en la fronteras conocieran de la geografìa nacional, pensando celosamente en la nacionalidad, pues tambièn buscaba asiduamente la orientaciòn de los grandes historiògrafos de la època, como Pedro Maria Archambourt, por ejemplo, para llevar la consecuciòn de la historia. Pienso además como Cullen Hightower: ``La disciplina sin libertad es tiranìa. La libertad sin disciplina es caos...``.

Desde que fue nombrado Teniente de la Guardia Nacional Dominicana, ya habìa dado señales de lo que serìa su destino. Unas malas y otras buenas. Los gringos reconocieron su capacidad sin par, vocaciòn, don de mando, que les permitìa a ellos confiar en que la naciòn dominicana se enderezarìa a la hora de su desocupaciòn. Supieron tambièn que fue màs ùtil el primer año de gobierno de este hombre, advenedizo si se quiere, que los ocho años de su tortuosa intervenciòn. Para ellos Trujillo era lo ideal, hasta que se atreviò a pagarles la deuda externa, pues asì ya no les convenìa en su afàn de querer ser los gendarmes, los protagonistas del mundo. Este latino no debería hacerles sombra, como en efecto les hizo, tendrían entonces que colaborar con los ``amigos`` del jefe que tramaron su muerte, porque quienes mataron a Trujillo fueron sus amigos y hombres de su entorno, que se favorecieron e hicieron negocios a nombre del règimen.

Esos dominicanos lloraban cincuenta años que se aproximaban y que ya pasaron, arrastrando y llevándose por delante nuestras empresas, las siembras, el azúcar, el peso y su valor, el orden, la seguridad, soberanía, garantía y confianza, cuando desfalcaron, se robaron todo lo que pensaban que era de Trujillo, a sabiendas que no, que todo pasó automáticamente al  Estado de manera prevista.
Mientras turbas enardecidas tumban las estatuas del monstruo en los parques, apedreaban y escupían a los policías desarmados y mataban a cadenazos a los supuestos calieses de la Era, otros seguían llorando y rezando, y, como señal de luto, los hombres usaban cintillos negros en las camisas y las mujeres en sus faldas.

Lloraron, por último, los que creían en las premoniciones y alcanzaban a ver que se aproximaba un fenómeno llamado ``democracia`` que gravitaría durante los próximos cincuenta años, trayendo consigo los asaltos a mano armada, la impunidad desde las esferas judiciales y policiales, donde están ligados mansos y cimarrones, con màs cimarrones que mansos, el crimen del narcotràfico, la drogadicciòn, las pasiones desbordadas del bajo mundo, los ritos satánicos, las profanaciones de tumbas como negocio, el latrocinio desde los niveles màs altos del Estado, las violaciones sexuales a niños y niñas, la deforestaciòn, la secada de los rìos y arroyos y un largo etcétera. Segùn los demócratas que nos gastamos, ese sistema tiene algo aùn mejor, y es que, por lo menos, ellos se permiten hablar y expresar cuantas sandeces se quiera decir por radio, televisiòn y otros medios de prensa, con improperios y palabras soeces, ya que tambièn se puede irrespetar a las autoridades, incluyendo al presidente de la repùblica.

Soy dueño de un carácter libre y a veces rebelde. Pienso que no podría vivir bajo los rigores de una dictadura, por lo que me duele admitir, que el 30 de mayo de 1961 no llorè a Trujillo, lo estoy llorando hoy.

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