viernes, 19 de febrero de 2021

¡QUE BUENO!, NUEVA VEZ LA INDIA...


Ubicada en Asia del Sur, la que de otrora, me impresionó con su aporte a la simiente de nuestro suelo oriental, desde la diseminación del arroz, asumida por toda Asia; ni hablar del coco, la gallina, el gallo y hasta el faisán, caballos y rebaños que hasta hoy día adornan y reemplazan desde tiempos lejanos, no sólo el guayo, la yuca, el higüero, también los cantos fabulosos de higuanas, hurones y silbidos esotéricos de ciguapas.


Hoy, nos llegan las primeras vacunas; son como pinceladas de esperanzas donde cada inoculación es como semilla de mostaza que irá sanando, paliando y borrando paso a paso el tormento hecho pesadilla.


En esta etapa de la vida, sobre todo, la mía, me remonto al estoicismo de Mahatma Gandhi, a la bondad altruista y angelical de la Madre Teresa y, en sentido general, al atavío de las mujeres más hermosas del mundo, aquellas que su atuendo opresor les permite enseñar sus lindos ojos como estrellas del firmamento...

viernes, 5 de febrero de 2021

PANDEMIA GENERACIONAL...

 El peor de los virus es la cosecha humana de los tiempos. Los del pasado, remoto y no remoto, mostraban desenfadados y sin el menor empacho la bestialidad criminal, cavernaria, dándole aquiescencia a la posteridad de advertir que provienen de una evolución ominosa.


Hoy día, gran parte del ser humano deja ver el refajo de su procedencia agorera, malvada, sin poder tapar el sol con un dedo ni contarlos entre las minorías, pues éstas son propias de luces de misterios que engendraron a pocos notables en el mundo de la bondad.


Mientras la madre Teresa, aquella santa de Calcuta, ya anciana y encorvada se inmolaba por el prójimo ante las adversidades que vivió, hoy somos holgazanes de pantallas y tecnologías aviesas, jóvenes y hasta ancianos, consumidores a ultranza del peor de los virus, la evolución maldita.


Chocan unos con otros en las calles, ensimismados con celulares, ciegos y turbados de tapabocas que apestan, asfixian y hartan, mientras los mismos descendientes siniestros de los coliseos y templos inquisidores juegan con el negocio más grande de los siglos, la vacuna, apostando a la gran demanda más que a la oferta, exhibiendo el desquiciado poder político, porque precisamente, seres de luces del pasado salvaron las entelequias que gobiernan el hemisferio; vacuna, la que descubrió José Celestino Mutis (1732-1808), para erradicar la viruela que ocasionó más bajas en las luchas de independencia de Sur América que la guerra misma, en Santa Fe y Bogotá, durante el Virreinato de la Nueva Granada (siglo XVIII); vacuna, descubierta por la casualidad de los más humildes, cuando percibieron que la infección de la vaca, de ahí la denominación de vacuna, al ser inyectada al animal, lo cura e inmuniza...


¡Vacuna que sólo Dios dispondrá!.