domingo, 13 de enero de 2019

A DOS AÑOS DE TU PARTIDA, MADRE, SEGUIMOS CONVERSANDO...

Aún te tengo aquí, en la casa, entre el sollozo y el grito desapercibidos, nadie los escucha y mi angustia se estanca en los trigales que se cruzan en tu sonrisa y ojos de ensueño sin necesidad del trillo; ellos absorben el dulce, el brillo, y sus espigas reverencian con la brisa tu caminar de apuros, urgido...
¡Hola Madre!, ¿dónde estás?, ¿dónde fuiste tan de prisa, madre?, si dejaste perennes esa mirada de amor en mis pupilas del alma, tu dolor, guardados en estoicismo fingido para no verme sufrir, y, en tu último latido, reinó el silencio, mas, no la calma;
¿Camina tu espíritu imperativo y a la vez inhiesto, recorriendo las polvaredas de antaño?, hoy lloran con crujir de dientes, olor de fermentadas cañas con el ruido de máquinas pesadas de los caminos, con el misterio sepulcral del tiempo y el va y ven de los cocoteros del Sur, llorarán por siempre; escuchas el canto del ruiseñor y los golpes a pico del carpintero, ya que fue tu angustia el himno de esos senderos, de tu perfume de flor, en un cielo con azul, junto a Jesús, tu Dios, quien allí te llevó ligero, eso espero, pues ¡te amo, madre!, ¡te quiero!...

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