Se fumigaba y limpiaba mucho; recuerdo claramente cuando de manera periódica se avisaba al pueblo dominicano de la llegada del DDT, un sistema que iba casa por casa, donde hombres enmascarados, uniformes y botas especiales, abordaban nuestros hogares creando el pánico entre los niños que nos asustábamos de su indumentaria, aunque en el fondo, sentíamos la tranquilidad y un alivio efectivo de virulencias de la época que hacían sus estragos...
Pasaban así mismo, avionetas fumigadoras para erradicar los mosquitos y otras plagas cíclicas en los campos de mi pueblo, sintiéndose un ambiente de guerra, aunque contra los insectos y malarias. Los ´´Cachaflís´´, como les llamábamos a los hombres del DDT, entendían nuestros temores, entonces se complacían levantando el manipulador del insecticida, que más bien parecía un rifle de aquellos tiempos guindados a sus espaldas, logrando crear pánico en nosotros, pueriles, sanos y sin malicias, que igual nos horrorizábamos con las grúas o gredar(s) denominadas ´´Galeón´´ y ´´Mosquitos´´, que corrían, según nuestro criterio, sin ningún control por esas polvorientas calles.
La bocina de los ´´Catarey´´, unos temibles camiones que Trujillo compró para el ingenio azucarero del mismo nombre, a los que por su feo misterio pintó de verde olivo y los puso a disposición de la guardia, al oírla sonar en el silencio de esos caminos, nos transportaba a un mundo de pesadilla. Aún sueño que uno de esos ´´verdugos´´, en oscura noche, con sus luces encendidas e intermitentes, me persigue de manera tenaz...
Mas, estoy aquí sentado en mi balcón, esperando con ansias ese operativo de nuestros días para revivir esos ya hoy dulces recuerdos...
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