lunes, 4 de mayo de 2020

¡AY, PERO SI ESTAMOS VIVOS!.

¡Gracias a Dios!; ¡oh, Jesús de los tiempos!, ¡gracias!, me sorprendo, me pellizco; sólo faltaría auto flagelarme para convencerme de que aún vivo; ese virus misterioso enrostrado por los ciclos de tu poder, mi Dios, para bajarle los sumos a los altares sin luces propias, a los hijos beneméritos de la casualidad, no lo dejan partir tranquilo, que siga su curso esotérico para la obediencia y la verdadera reivindicación, pues, no bastó la sangre de Jesús, a quien pagaron con vinagre y espinas sus improntas de bondad...

El susodicho virus, Jehová, está salpicado de maldad, odio, sospechas de manos criminales de una alta ciencia enclaustrada en laboratorios; también existen poderes de baja estofa que promueven drogas en la forma de ´´pescar a mar revuelto´´; a falta de ella el expender alcohol envenenado para absorber el último suspiro de los indigentes y huérfanos de solemnidad, y, como si fuera poco, arden los basureros cuyo humo tiene más alcance de veneno letal que el mismo virus, no importa nos quedemos en casa...

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