Nuevos soles es la vida,
madre , es la luz que
emanaban sus ojos,
sí, aquella novia de mi
pueblo, la mujer de antaño
y de cantar sureño;
hoy, que sus pupilas tienen
dueño, añoro su amarilla
mirada y su ímpetu de enojo.
¡Oh madre!,
también los tuyos,
tus lindos ojos,
porque eran sueños de
ternura, nunca la picardía,
cara dura, de esos domingos
de sol, que me dejan el dolor
al marcharte con premura...