jueves, 25 de abril de 2019

LA VIDA Y LA MUERTE QUE NO INVENTÉ...

Y después de la tempestad llega la calma, la paz, porque la vida sigue cuando se le da tregua al dolor, dejando sangrar hasta que Dios quiera las heridas recónditas del corazón y del alma.

Nunca será remedio la muerte, no importa exhibamos como trofeos las cicatrices de la cara que opaca el iris de nuestros ojos; aunque estemos obligados a dejar ir, sólo acojámonos al tiempo que llega, compartiendo de la mano de aquel ser acrisolado, flagelado, crucificado y muerto por mis pecados.

Entre tanto, vivamos; vivamos...

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