Cabizbajo, como si lamentase que la vida se le escapaba como agua entre los dedos; era hombre de disfrutar cada día, momento, y, más allá, sacar la parte dulce del vino y la cerveza. Pero parecía ignorar que no caminaba solo en el festín de la vida, que cada hora y tiempo transcurridos les sumaba y les restaba a los que con él compartían; y se estrecha el cerco de la vida y el tambor y las notas lloronas del acordeón se sentían más lejos, como aquello de que ´´se rompió la taza, cada uno a su casa´´, porque las tabernas lucían solas por la ausencia de caras conocidas, las generaciones galopaban en caballos briosos y con nuevas brisas; la música no es la misma, la imaginamos en el río, allá, entre las comarcas alocadas y casitas arrebujadas entre lomas y flores; entonces camina, reincorpora y se conforma al saber que nada retrocede y que recordar también es vivir...
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