Y es que debe echarse la paloma
después de la tempestad,
por ti misma, madre,
y tu entrañable bondad;
por respeto a tu memoria,
tu ternura que no marchita,
debes de estar en la gloria
de la que tu boca habló,
esos salmos que leyó
con esa fe infinita;
prefiero verte imponente,
imaginarte bonita,
al lado de Jesús,
tu Dios...
¡Te amo madre!!!!!!.
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