´´Un camino lleno de espinas y la probada ingratitud de los hombres´´, le acotò José Martí y Pérez, allà, en su rancho de la ciudad del Morro, cuando éste suponía del libertador alguna condiciòn para esa gran empresa, la independencia definitiva de Cuba, plasmada en el Manifiesto de Montecristi; naturalmente no la hubo y eso es dejar ir, ceder pasiones y gloria, esa de la que dice Aristòteles que el hombre es insaciable; ¡que alivio es dar!, ¡ceder!; perdonar sin reservas para no llevar màs carga que la que soporta el corazòn; pero, ¡cuanto duele la partida de una madre!, el de ella, y todo amor que se escapa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario