Corrìan cabalgando por las polvorientas calles en las lejanas parrandas montunas, llenas aquellas de piedras filosas que dejaban sus ruidos de herraduras; en consonancia con risas de largos dientes, camino hacia la felicidad, pues llevaban del gavilàn tras la presa, la pasiòn; la hembra que en el rancho tiene ojos como soles, su pelo de caracoles y su primavera en flor; felices los gavilanes en sus caballos subiendo sierras mojadas tras conquistas de mujer, ellos ven en ese ser, cuerpo torneado y sensual sonrisa; barricadas con placer. Y regresa un gavilàn con su atuendo desgarrado, ya no se nota marcado de su encanto con sopor, fue atrapado con amor, de canto, lleva en su boca las plumas, el llanto; ya se le espantò el equino; sentimientos, sin razòn, otro camino, ya va lento y cabizbajo, està preso del veneno, de corazòn, no pasiòn...
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