sábado, 14 de noviembre de 2015

¡ASÍ QUISIERA MORIR...!.

Entre el olor de los tejidos secos del plátano hechos aparejos para burros y mulos, a resina de madera y al hule de la hamaca que sola se balancea; viendo el pámpano yacer en tierra destilando su agua azucarada para aportar abono; con dos caballos, que cuando ensille uno, descanse el otro; de la fajina diaria, de la calurosa pelliza, del freno que tiene mordido, no vaya a ser cosa que un pedazo de yerba verde lo entretenga; descansar a su vez, de lo que debemos descansar nosotros, del acicate, de ese freno en la boca que exaspera; del narigón para bueyes, sí, esos que sólo mal comen y beben para jalar.... Y quiero correr en mi caballo, montarlo al pelo quizás, como a la hembra del camino capaz de favorecer de encantos a un hombre otoñal; vigilar la siembra, doméstica, sin grandes extensiones que convierta el sudor en sangre, pisar hojas secas y maduras, pero atravesando limpios drenajes; ir por senderos donde no transiten motocicletas, jeppetas, aviones, helicópteros, ni policías o cuarteles en los caminos, ni la ortodoxia de iglesias católicas o protestantes, bancas de apuestas, partidos políticos; sólo escuchar retumbes lejanos, alegóricos de cuero y bongò con sabor a caña fermentada, cuyos espectros misteriosos premian la partida con libertad...

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