Como todo, quizás, pero a una altura de nuestras vidas que se torna crucial, no sólo para quien esto escribe, sino para todos sus contemporáneos.
Se inclina reverente, aunque obligado y sucumbido el bien frente al regodeo del mal, quien como pavo real bate sus plumas de colores brillantes, aunque malsano, con el único propósito del deslumbramiento vano.
Sí, ganaron las banalidades, sobre todo, públicas; donde no se aceptan las bondades, pues ya éstas son afrentas para sus intereses, convertidas en terror con cabeza de medusa. Ganaron las teclas malsanas; lucimos como zombis caminando como bestias en sabanas, desde niños, adolescentes y hasta viejos sinvergüenzas; no existe un inteligente que acabe con la tormenta.
¡Corrupción a ultranza! ¡Cuanta basura! ¡Maldad! Un Estado que marchito nos muestra su realidad; sin esperanza y confianza de un oasis en el camino; entre vicios, entelequias y brumas, ya definió su destino...
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