Ya he comenzado a llorar ausencias; no precisamente las cruces eternas que posan para mi iris al voltear la cabeza.
Hay ausencias obligadas que las fronteras imponen; hay amores que se esconden perdidos en sus quimeras; ausencias del tiempo, la dictadura perfecta, la que me dejó tu aroma subliminal de exquisita hembra.
Ausencias a tientas, presentidas, temidas, no necesariamente ciertas, de los hijos amados; del apego, el amparo, de abrazos que son la vida. Y como en rezo, en mis adentros, entre un llano inefable exclamo: ´´no, no se alejen de mi lado, no importa sus circunstancias, pues una sociedad ya rancia me atrapa, me reniega, con inusitada oquedad; me apremia desesperado...
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