Guarda tristeza,
guarda alegría;
la presteza de la vida,
su risa junto a la mía.
Es poema que engalana
el discurrir de los días;
máscara que oculta el sufrir,
la melancolía hecha musa;
ver la hembra que me gusta
con sus labios como fruta.
Amar y sufrir los hijos,
resistencia al desapego;
es amar y con denuedo
ese resorte filial;
es llorar el transitar,
de sus vidas que se escapan
como agua entre los dedos...
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