Las palabras se ponen de moda según las coyunturas sociales y políticas que mueven la dialéctica. ´´NO SE CUMPLIÓ EL DEBIDO PROCESO´´, ´´NO SE APLICARON LOS PROTOCOLOS´´, ´´NOS VEMOS EN LOS TRIBUNALES´´, ´´LO TOMARON FUERA DE CONTEXTO´´, ´´LO QUE DIGAN LAS PRIMARIAS´´, ´´UN PARTIDO DIVIDIDO´´, ´´AQUÍ NO HAY OPOSICIÓN´´, ´´ESTO HA LLEGADO AL HARTAZGO´´, etcétera y más, de una delincuencia que no cesa, pues la droga se vende o se vende, ´´ES UN PROCESO´´, ya que son partes de un sistema, no de un partido ni de un gobierno propiamente dichos, sino de una democracia nacida mutilada desde los tiempos de la guerra fría, cuando comenzó el interés por el opio, la marihuana en los hippies, propugnando por la paz y la felicidad como el jamón del pan de dos ´´ideologías´´ marcadas de violencias y desaciertos; la droga para los soldados, para deshumanizarlos, hacerlos ´´más fuertes´´, desde las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki que enseñaron el refajo del hombre y su perversidad.
¿Dónde entonces quedó el va y ven de las olas de los mares y el verde-azul de sus profundidades, hoy, erupciones acuáticas de tóxicos y basuras; dónde el bosque virgen, la salud orgánica de la naturaleza, el alma, los amores y las flores, mariposas multicolores, las abejas y las reinas, la musa, la utopía del poeta, de una tempestad con su calma?...
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