jueves, 6 de junio de 2019

BATEY ´´BOMBITA´´...

Munícipes influyentes de la ´´Era de Trujillo´´ que hicieron vidas enclavados en tierras del Yaque, camino al Sur, y alineados en la ladera derecha de la carretera, desde ´´Canoa´´, ´´Jaquimeyes´´, ´´Palo Alto´´, hasta atravesar ´´Fundación´´, fueron los responsables de la instalación de una bomba motorizada para impulsar el agua a través de un canal que no sólo mojaba la agricultura de cocos y plátanos, sino que, adentrada la industria nacional azucarera, tuvo su importancia en la irrigación de la caña del sitio Este de esos lares, camino al Pico ´´Martín García´´ (El Curro), convirtiéndose en un batey importante, apartado de la línea de bateyes situados por tierras de Neiba, en la época que ésta era jurisdicción de Barahona como común cabecera.

´´Bombita´´, denominaron el lugar, en honor a la bomba instalada y el canal de riego que aún ofrece beneficios después de tantos años.

Mas, hoy, al llegar allí, me remonto al pasado y recuerdo el corretear por esas tierras húmedas, así como la pela recibida por mi padre, al mostrarme irreverente con ´´Macho´´, el maestro. Residía junto a mis padres en la casita del centro, de tres casas de roble que dan la bienvenida a la entrada del poblado. A nuestra diestra nos quedaba don Elio, su esposa e hijas, de las cuales recuerdo a Tércida, amor platónico que se queda en la conciencia pueril. A la siniestra vivían Cadín y doña Rosa, solos; y en el frente una pequeña escuela, la que observo con nostalgia, incólume ésta, aunque llorosa de años; en cierne el poblado dominicano de ´´Bombita´´, en los tiempos en que los niños dormíamos con el retumbe de los tambores, alegóricos, que rendían pleitesía a Güilimá, brujo, gurú o santo de devoción de haitianos que pernoctaban tierra adentro, en chozas lúgubres y oscuras, velas de colores y lámparas humeantes, donde sombras danzantes de hermosas morenas, encendían las pasiones, más arriba, en noches de luna llena...

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