Son todos los días y todos los tiempos, inexorables, vida que llega, vida que se va, y en ese último suspiro tuve la dicha, mamá, de tener mi brazo izquierdo de sostén de tu cabeza, tu pelo seda, sintiendo aún la tibieza de tu alma queda, que en toda madre se ensaña, desde sus entrañas y nueve meses de gestación, allí, precisamente allí, terminó por irse la pasión, llegó la urdimbre, el tormento, y como enjambre, vuelan los espectros por los caminos de tu vida, se te percibe, urgida, empujada por los vientos;
Las sombras lloran la ausencia de tu sol, flamboyanes que sembraste azotan sus hojas secas, también sus flores, se mueven en alabanzas saludando el brillo de tus ojos y esas sonrisas de amores;
¡Oh mujer de amor y dolor hasta la morada!, donde silban las coronas, enamoradas, frente a cruces, peregrinos, te extrañarán perennes los caminos que junto a rosas y mariposas adornaste;
Rompen los cantos el silencio, y aunque vivirás por siempre, mientras mi pluma insista y remache, me dicen, madre, que irremediablemente marchaste...
¡BENDICIÓN MAMÁ QUERIDA!!!.
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