Nada podrá resarcir el asesinato de una mujer, su fruto de entrañas fecundo y no nato, sus hij@s, su perro o mascota, víctimas del asecho de un lobo feroz denominado ´´metálico´´; mas, hasta el lobo es domesticable, no así una sociedad atiborrada de una libertad contaminada; aquella no vigilada, la que evoca Cullen Hightower, cuando establece que la disciplina sin libertad parece tiranía. Pero la libertad sin disciplina es caos. A la sombra de un Estado débil sólo medran los osados, los delincuentes, dice Máximo Gómez.
Parió la sociedad y la ebullición de la canalla. ´´La montaña parió un ratón´´; escapan las partes sanas, élites si se quiere, despojadas de calzados cuando huyen de la vorágine, de la lava ardiente del volcán social, de la apetencia de una libertad de culto a ultranza, diabólica, donde Satanás es el hombre mismo.
Y cada día se superará el mal, terminará por desaparecer la capacidad de espanto; ganó la convulsión soez y maldita de las bajas pasiones, de las acciones del hombre que motivaron la creación de las leyes; leyes que hoy son letras muertas.
¡Es cosecha de la sociedad!, de una siembra asumida por farsantes; pues, ´´al ojo del amo engorda el caballo´´. ¡Está pariendo la sociedad!, el bochorno, las heces asumidas como bondad...
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