Como perenne el camino, ese ´´allí mismo´´ de los campos y sitierìas lejanas donde vamos con entusiasmo en busca de lo que nuestros ojos no ven hace tiempo, en procura de la ratificación de amor o rechazo; por lo menos tratando de soltar las anclas de esta nave que necesita besarte al compás de la fuerza que la empuja hacia el atracadero, o simplemente marchar, sigiloso y herido, con la mirada perdida en el horizonte...
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