sábado, 10 de septiembre de 2016

EL ANTAÑO Y LA ESPERANZA...

¡Y se perdió el último amor como los demás!; se fue por la misma borda, aunque se llevó su mochila de papeles y circunstancias distintos. Allá está, en un abismo sin fondo, que, de tenerlo, bajaría mis brazos tan profundos y literales para extraer el que encabeza la vida, mi vida, de memoria y olfato inefables, con la fuerza de las uñas, del alma que aún arrastra mi cuerpo, con el ímpetu que da el primer amor, el creído, el del pueblo, el que traza la pauta de los amores y ensueños y nos hace viejos, pero sin olvidar, y me pregunto, ¿dónde estás, ojos de soles, boca de flor?, ¡oh risa sureña, que aunque símil de las olas, no te siento en esa borda!, te tengo aquí bien cerquita, mi néctar de picaflor, de arrullos, de besos, con sabor a cundeamor...

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