sábado, 19 de julio de 2014

EL SÍNDROME DEL HIJO VARÓN...

Deseaba sin compasión
ya tenerlo aquí, en casa,
que entre su ternura y gracia
represente este bastión,
de todo padre que anhela
y lleva como estandarte
que su linaje es baluarte
de fortaleza y tesón.

Se anhela y con razón,
un representante nuevo,
pero que actúe con denuedo
tras costumbres seculares,
¡acércate hijo postrero
a cabalgar con tu padre!,
pues yo lo hacía con tu abuelo...

Y bien se que el creador
no en balde nos hace diferente,
mas Jesús invoca siempre
la grandeza de su padre.

El médico que se alegra
que su hijo cure enfermos;
del ganadero y criador,
del que nació en el sembrar,
viendo delante del hijo
al ferviente caporal;
y si oficialidad posee,
lo ve en sus tropas marchar.

¿No piensas que mis desvelos
también lo son de tu madre?,
no hagas de mis consejos
murga de la sociedad,
cuyas luces de maldad
solo devuelven con sangre.

No puedo igualarte en mimos
resguardados a mis hijas,
ya que en ti inspiré el cobijo
de una extirpe que se extingue,
no te pido que me sigas,
comprenderás viéndome aquí,
esperando por tus hijos...

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