Es un título tan repetido que parece carente de sentimientos. Sin embargo se ensombrece la bohemia de un hombre que acostumbra a agregarle vida a su vida. Nos sorprende con su partida a destiempo Rigoberto Hernàndez Reyes, Tte. Coronel de la F.A.R.D., con quien, en poco menos de dos años, compartimos una amistad sincera. Èl y quien suscribe, coincidieron prácticamente en las mismas funciones donde hoy laboro. Allì lleguè a sumar, y con la amistad del extinto amigo, no me coloquè en ningùn frente que no sea el de la conciliaciòn por una causa comùn. Se impuso, quizàs, nuestra experiencia y academia; màs, valiò sobre todo la decencia de un hombre que como ´´Rigo´´, llevaba la nobleza como estandarte. Conciliador, sin hambre, emprendedor, con pocas alas, pero con muchas ganas de volar... Te fuiste Rigo apreciado, en momentos en que Dios exigiò tu alma de niño grande, apegado a los principios de la cotidianidad y el amor por tu querida esposa, como un dìa me confesaste cuando escuchabas mis consejos. Te fuiste con las ansias de lo poco que puede hacer hoy dìa el tenientismo y el coronelismo en una Patria que se tambalea en sus simientes. Te fuiste creyente siempre de una democracia que arreglarìa la carga en el camino. Te gustaba esa sociedad, la polìtica, y con ella, el servicio desinteresado a los demàs.. Te fuiste, deprimido tal vez, en medio de la soledad del sistema, sin que ello pudiese borrar las huellas de un caballero oficial, patriota, cuyos laureles no envidian los de Cèsar ni Alejandro el grande, como dirìa nuestra insigne Salomè Ureña, pues nunca se mancharon de los tentáculos de la pseudo oficialidad.
Lamento no despedirte, pues quedò pendiente nuestra despedida en vida cuando en la instituciòn se notò tu ausencia, y no quise verte muerto.
¡Ve con Dios coronel querido y apreciado, y ante todo, amigo, en gloria estàs...!.
Lamento no despedirte, pues quedò pendiente nuestra despedida en vida cuando en la instituciòn se notò tu ausencia, y no quise verte muerto.
¡Ve con Dios coronel querido y apreciado, y ante todo, amigo, en gloria estàs...!.
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