Pocos seres humanos, como si tratase de un camino en laberinto, repasan su vida de ayer. Treinta años despuès, vuelvo a una instituciòn que marcò en mis años mozos el sabor del trabajo pùblico dominicano, la idiosincrasia, la austeridad, el conformismo; la sobriedad de la vieja y el viejo veteranos, cuya labor allì era imprescindible. Volvì, encontrè esos detalles imperecederos, incluyendo las ìnfulas de los màs favorecidos, los que se regodean con el poder y las facilidades que les otorga la polìtica partidaria.
No obstante, y aquì llega mi nostalgia, no encuentro una sola cara, un solo nombre con quien de otrora compartiera.... El hombre apenas se da cuenta, pero se va; se extinguen con la muerte los màs viejos y hasta algunos no viejos; buscan mejor destino o caminan por la vida los màs jòvenes, rectos o en laberintos como el suscrito, ya no tan joven, mientras las instituciones quedan...
Entre avistando gente de mi pasado, que me superan la edad, unos tras certificaciones para fines de pensiòn, otros, para reajustes de las mismas o detràs de una ayuda de esas que se cobran con tarjeta; apoyados muchas veces del bastòn renegrido del polvo y el sudor; algùn tembloroso por un mal de Parkison intempestivo, etc., experimento los caminos de mi ayer con tristeza, no importa aùn sea un privilegiado de la vida; reviso entonces màs allà, cuando termina la adolescencia, y empiezo a escuchar las voces del puerto, cuando en ese aparente recto caminar, me codeo con los tentáculos de la polìtica, rompiendo aureolas y mordiendo cadenas contra el poder de los ineptos, en ese àmbito, como en uno que otro estamento militar que tambièn conocì; comprendo entonces que son las mismas gentes en diferentes tiempos, los mismos abusos, la misma inequidad, la misma genuflexiòn, las mismas ìnfulas... porque la vida sigue, a veces vertical, a veces circular, en laberinto, pero, camino... y camino.
No tengo por què arruinar
aquel, mi largo camino,
si allì me devolviò el destino
en mi torpe trajinar;
me duele màs no reencontrar
aquel amor peregrino.
Anduve muchos caminos
creyèndome ser distinto,
me lleva la vida al ritmo
de esos seres reciclados;
¡no mires tanto a los lados,
es tu vida un laberinto...!.
Me lleva la vida a extinto
en lo que veo las secuelas;
raìces que se remontan
a mis tiempos màs dorados,
sorprende llegando al prado
que ya la novia es abuela;
y me retozas,
barahonera,
con tu cantito al hablar,
no importa seas de Cabral,
El Cachòn o la Peñuela...
Quiero seguir caminando,
eso dice que estoy vivo,
No importa escuchar el Son
ya sea con clerèn o vino,
¡ déjenme en mi laberinto!,
que yo camino y camino...
No obstante, y aquì llega mi nostalgia, no encuentro una sola cara, un solo nombre con quien de otrora compartiera.... El hombre apenas se da cuenta, pero se va; se extinguen con la muerte los màs viejos y hasta algunos no viejos; buscan mejor destino o caminan por la vida los màs jòvenes, rectos o en laberintos como el suscrito, ya no tan joven, mientras las instituciones quedan...
Entre avistando gente de mi pasado, que me superan la edad, unos tras certificaciones para fines de pensiòn, otros, para reajustes de las mismas o detràs de una ayuda de esas que se cobran con tarjeta; apoyados muchas veces del bastòn renegrido del polvo y el sudor; algùn tembloroso por un mal de Parkison intempestivo, etc., experimento los caminos de mi ayer con tristeza, no importa aùn sea un privilegiado de la vida; reviso entonces màs allà, cuando termina la adolescencia, y empiezo a escuchar las voces del puerto, cuando en ese aparente recto caminar, me codeo con los tentáculos de la polìtica, rompiendo aureolas y mordiendo cadenas contra el poder de los ineptos, en ese àmbito, como en uno que otro estamento militar que tambièn conocì; comprendo entonces que son las mismas gentes en diferentes tiempos, los mismos abusos, la misma inequidad, la misma genuflexiòn, las mismas ìnfulas... porque la vida sigue, a veces vertical, a veces circular, en laberinto, pero, camino... y camino.
No tengo por què arruinar
aquel, mi largo camino,
si allì me devolviò el destino
en mi torpe trajinar;
me duele màs no reencontrar
aquel amor peregrino.
Anduve muchos caminos
creyèndome ser distinto,
me lleva la vida al ritmo
de esos seres reciclados;
¡no mires tanto a los lados,
es tu vida un laberinto...!.
Me lleva la vida a extinto
en lo que veo las secuelas;
raìces que se remontan
a mis tiempos màs dorados,
sorprende llegando al prado
que ya la novia es abuela;
y me retozas,
barahonera,
con tu cantito al hablar,
no importa seas de Cabral,
El Cachòn o la Peñuela...
Quiero seguir caminando,
eso dice que estoy vivo,
No importa escuchar el Son
ya sea con clerèn o vino,
¡ déjenme en mi laberinto!,
que yo camino y camino...
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