A Alejandro De la Paz De Leòn (Cambè). Memoratissimus.
Con la muerte de ``Cambè``, se cierra un interesante capìtulo de la historia policìaco-militar de un paìs, que inmerso en la polìtica de èlite de una guerra fria, no escapò de las adversidades de los injustos y de aquellos que, creyèndose justos, usaron el robo, el asalto a mano armada y el saqueo con el lema de ``Confiscaciòn Revolucionaria``, cuando no pudimos soslayar los desaciertos estadounidenses y sovièticos.
Por lo menos en esa època, sì aparecieron los hombres capaces de poner orden dentro de una sociedad convulsa, pero confundida. Obligada a enderezar un Estado cuyos entuertos fueron impuestos.
De la Paz De Leòn (Cambè), formò parte de notables coroneles, y posteriores generales, cuando desde entonces, incluyendo los de la acera de enfrente, aspiraban a ``casar con la gloria`` a alguno de ellos.
Ecuànime y jovial, ademàs de muy joven para ese tiempo, Cambè jugò el rol que ya quisieran jugar los del montòn que hoy ostentan rangos; en oportunidades, tuvo puño de hierro en guantes de seda, cuando le tocò sostener y hacer brillar el sable de los ya extintos caballeros oficiales, y despertò, por què no decirlo si son los gajes del oficio, pasiones encontradas, pero tambièn sentimientos de amores, aprecios y hasta favores, recibidos por un pueblo, una comunidad que como Jaquimeyes, lo amò como uno de sus hijos màs legìtimos y leales a su lar nativo; dueño y representante de una generaciòn que nos trajo luces, sin que dejàsemos de remontarnos a los años viejos, a nuestras raìces, al generalato de montonera que llevò a ese terruño, provenientes de otras sitierìas, a los Matos, los Batista; asentamiento de noblezas de ìndole moral, como tambièn los Lòpez, los Nin, y saudades inèditas de un algo màs que centenario hombre, que como don Alejandro, padre del hoy finado gendarme, se llevò a la tumba, dejando una familia honorable y laboriosa, los De la Paz De Leòn, junto a su amada doña Elvira, valores estoicos que les dan a Jaquimeyes el còdigo de ètica de una comunidad sociològica, històrica, romàntica y de caràcter imperecedero....
Jaquimeyes tendrà que seguir adelante, pues los notables, como tù, Cambè, no mueren, sino que se transforman, pero siguen entre nosotros. ¡Hasta siempre Cambè...!.
Con la muerte de ``Cambè``, se cierra un interesante capìtulo de la historia policìaco-militar de un paìs, que inmerso en la polìtica de èlite de una guerra fria, no escapò de las adversidades de los injustos y de aquellos que, creyèndose justos, usaron el robo, el asalto a mano armada y el saqueo con el lema de ``Confiscaciòn Revolucionaria``, cuando no pudimos soslayar los desaciertos estadounidenses y sovièticos.
Por lo menos en esa època, sì aparecieron los hombres capaces de poner orden dentro de una sociedad convulsa, pero confundida. Obligada a enderezar un Estado cuyos entuertos fueron impuestos.
De la Paz De Leòn (Cambè), formò parte de notables coroneles, y posteriores generales, cuando desde entonces, incluyendo los de la acera de enfrente, aspiraban a ``casar con la gloria`` a alguno de ellos.
Ecuànime y jovial, ademàs de muy joven para ese tiempo, Cambè jugò el rol que ya quisieran jugar los del montòn que hoy ostentan rangos; en oportunidades, tuvo puño de hierro en guantes de seda, cuando le tocò sostener y hacer brillar el sable de los ya extintos caballeros oficiales, y despertò, por què no decirlo si son los gajes del oficio, pasiones encontradas, pero tambièn sentimientos de amores, aprecios y hasta favores, recibidos por un pueblo, una comunidad que como Jaquimeyes, lo amò como uno de sus hijos màs legìtimos y leales a su lar nativo; dueño y representante de una generaciòn que nos trajo luces, sin que dejàsemos de remontarnos a los años viejos, a nuestras raìces, al generalato de montonera que llevò a ese terruño, provenientes de otras sitierìas, a los Matos, los Batista; asentamiento de noblezas de ìndole moral, como tambièn los Lòpez, los Nin, y saudades inèditas de un algo màs que centenario hombre, que como don Alejandro, padre del hoy finado gendarme, se llevò a la tumba, dejando una familia honorable y laboriosa, los De la Paz De Leòn, junto a su amada doña Elvira, valores estoicos que les dan a Jaquimeyes el còdigo de ètica de una comunidad sociològica, històrica, romàntica y de caràcter imperecedero....
Jaquimeyes tendrà que seguir adelante, pues los notables, como tù, Cambè, no mueren, sino que se transforman, pero siguen entre nosotros. ¡Hasta siempre Cambè...!.
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