Prolongar las càpsulas de mi memoria sin hacer un paréntesis en el camino, serìa llover sobre mojado y negarse a la vida los dìas por venir. Recuerdo empero como los centros nocturnos de diversiòn eran lugares de esparcimiento sexual (Boite), cuando el fumador, en su afàn de brillar su vicio, era reprendido por los parroquianos por el encendido de un fòsforo. La universidad del Estado, en sus alrededores fue escenario de esa acciòn subcultural, y los estudiantes de años de esa casa de altos estudios se mofaban de los nuevos (011) y los invitaban de manera jocosa a incluir en el pensum de su carrera, Gramita I y Gramita II, en alusiòn a las pràcticas de amores suscitados en las àreas verdes y oscuras del recinto acadèmico. Ese deterioro moral precedido por la muerte de Trujillo, estimulada esta en procura de un proceso de democracia, trae consigo la proliferaciòn de universidades privadas como paliativo al desorden de la educaciòn superior pùblica, que le hicieron un flaco servicio al paìs, invistiendo con tìtulos de profesionales a miles de analfabetas que hoy y ayer ocupan y ocuparon importantes puestos en la administraciòn del Estado. La educaciòn dominicana se convirtiò en un gran negocio donde confluyen importantes empresas, de ganancias y comisiones de inversiòn privada, que no toman en cuenta la salud de la Patria a travès del llamado pan de la enseñanza. Las instancias pùblicas que tienen que ver con la actividad empresarial, la industria y el desarrollo colectivos, donde recuerdo haber laborado en una etapa crìtica de la polìtica vernàcula, muerto Trujillo y transcurrida la guerra por el reparo de la constitucionalidad, era y es un antro de tràfico de influencias en la aplicaciòn de las polìticas pùblicas, que incluye control del gasto, de los precios, de la clasificaciòn industrial y el libre comercio, desde ayer, y el acomodamiento de la globalizaciòn en favor de los Estados Unidos, hoy.
La hipocresía en la lucha contra el narcotràfico, ha permitido superar con creces las muertes de la guerra fria y de otras guerras tambièn de la autorìa de esa naciòn gendarme. Es preciso dentro de esa empresa tener vencidos y vencedores para mantener el riesgo de sus acciones, pues mientras màs riesgos, màs se encarece el producto, ademàs que suponemos quienes son los vencedores. Nuestro ministerio de interior y policìa, hoy, es una marioneta burocràtica de polìtica dependiente que no controla una gobernaciòn, mucho menos una policìa nacional fuera de control, aunque no como instituciòn, al servicio de los intereses màs oscuros del capitalismo contemporàneo.
El Servicio de Inteligencia Militar (SIM) sirviò a los intereses de Trujillo porque èste se considerò el Estado, y, bajo esa tesitura y la que existe en las naciones civilizadas que se refieren a estamentos militares que velan por la seguridad nacional, se quiso dar seguimiento institucional a un organismo que hoy, mas que al Estado como estandarte legal, le ofrece informaciones a los partidos polìticos, manejado por entelequias de individuos de poco perfil militar.
¿Què puedo decir de alguna instituciòn propiamente dicha que estè acorde con los principios para la cual fue creada?. Serìa exiguo y no mezquino hacer una que otra excepciòn, que las hay, por ser el Estado, dueño de las instituciones y del gobierno, un ente tan primordial en la vida civilizada y republicana, que no permite manejarse con tenues luces.
Joaquìn Balaguer, con su estilo, entreguista por coyuntura, patriota literal y muchas veces empìrico, narigoneado por los vientos que de la guerra contra el comunismo le impuso norteamèrica, pero finalmente por su olfato polìtico, erudito, gran tribuno, entre otros adornos, con sus luces y sombras, le hizo un gran aporte al pueblo dominicano y su historia.
De don Antonio Guzmàn Fernàndez, recuerdo su hombrìa de bien, su eficiente agricultura, tambièn su fisura, cuando en una embarcaciòn celebraba con tragos junto a su escolta. Sus improntas unidas a un recio caràcter del que no pudo desligar la influencia gringa para poder desarticular la maquinaria de poder de un balaguerismo enraizado y un trujillismo trasnochado, mas su implìcita sencillez, lo divorciaron acremente de los gajes asociados al protocolo estatal. El protocolo, como figura de Estado, es un fenòmeno ancestral y tribal que, de manera expresa y natural, crea las condiciones de orden, respeto e institucionalidad.
En ese sentido, recuerdo cuando en los primeros dìas del gobierno de Salvador Jorge Blanco, èste se detuvo en uno de los puestos de peajes, junto a su escolta, y se hizo filmar pagando el tributo de acceso a las carreteras, que en otros tiempos estaba exonerado a toda autoridad estatal, incluyendo a todos los oficiales de las FF.AA. y la P.N.. Un ejemplo dado por ese presidente de turno, que no llenò de satisfacciòn la idiosincrasia del dominicano, apegado desde sus simientes a las expresiones de dominio y control de parte de sus gobernantes, sobre todo, que tal gesto, mas que una medida entronizada, desde donde gobierna el rey, estaba dotada de histrionismo y una acciòn propagandìstica de polìtica y perenne demagogia. Con esa acciòn, junto a otra que posteriormente se conociò, cuando en compañia del director de Inespre de entonces, fugado luego, y del Ministro de las FF.AA., recientemente fallecido, abordaron un colmadito en Capotillo, para enterarse personalmente de los precios, y se les vio comer pan en papel de traza y refresco rojo directamente de la botella, dejò un claro mensaje a toda la naciòn, principalmente a profesionales y ciudadanos con capacidad de discernir sin mucho anàlisis, de un gobierno fracasado y de una sociedad que marcaba el principio del fin de sus pilares organizacionales.
En el interregno de don Antonio y Salvador, nos gobernò por cuarentitres (43) dìas el licenciado Jacobo Majluta Azar, al que la providencia no le permitiò prolongar màs allà sus poses de hombre bonachòn, jovial, pràctico y de fumador a ultranza, caracterìstica por la que cambiò su salud.
Cuando Balaguer retorna al poder en 1986 hasta 1996, nunca se apartò de los principios que le dieron origen a nuestra independencia, siendo visible, y al estar en la postrimerìa de su fructìfera vida, que supo evadir a los Estados Unidos, gobernò de forma màs frugal cuando ya no pensaba en ``la raciòn del boa`` a la que hizo alusiòn en sus primeros doce años, cuando se hablaba del surgimiento de trescientos (300) nuevos ricos, siguiò construyendo con recursos propios, llevaba personalmente las cuentas econòmicas de la naciòn con un cuadernito en sus manos, saneando el curso de nuestra moneda, estabilizando su valor intrìnseco y reanudando el protocolo del pago de la deuda externa. Como la serpiente ``domesticada`` no dejò entre veces de esparcir veneno en terreno donde se sintiò herido, y, permitiò una que otras improntas de anarquìas en procura de, a sus años, limpiar algo de su imagen de larga y tormentosa vida polìtica...
Llegado al poder Hipòlito Mejìa, hombre de caràcter desenfadado, aunque aparentemente vertical y apegado al dominicanismo, ya el pueblo dominicano se sentìa amañado de la intelectualidad en el Estado, de hombres de fortaleza de mando que, como Trujillo, se hizo codear de los intelectuales màs connotados del paìs, y, como Balaguer, dueño de las dos condiciones, culto, visionario y con don de mando, diestro para gobernar en cualquier condiciòn social, con aspecto de dèspota ilustrado.
El pueblo piensa entonces que, muerto Balaguer, el doctor Leonel Fernàndez, es quien estarìa destinado a gobernarnos por su capacidad acadèmica. Con el advenimiento de este indiscutible erudito, no me explico por què me siento caminar por senderos espinosos, donde se pierde mi orientaciòn y capacidad de asombro entre los escombros dejados por la corrupciòn, el crimen organizado y de tantos desaciertos de inseguridad que pecan por su repeticiòn en esta entrega. Inseguro camino entre malezas buscando los remilgos de la historia, me interno involuntariamente en la montonera y salgo por grutas de filosas piedras hacia una civilizaciòn de espanto y, sigo caminando, camino...
La hipocresía en la lucha contra el narcotràfico, ha permitido superar con creces las muertes de la guerra fria y de otras guerras tambièn de la autorìa de esa naciòn gendarme. Es preciso dentro de esa empresa tener vencidos y vencedores para mantener el riesgo de sus acciones, pues mientras màs riesgos, màs se encarece el producto, ademàs que suponemos quienes son los vencedores. Nuestro ministerio de interior y policìa, hoy, es una marioneta burocràtica de polìtica dependiente que no controla una gobernaciòn, mucho menos una policìa nacional fuera de control, aunque no como instituciòn, al servicio de los intereses màs oscuros del capitalismo contemporàneo.
El Servicio de Inteligencia Militar (SIM) sirviò a los intereses de Trujillo porque èste se considerò el Estado, y, bajo esa tesitura y la que existe en las naciones civilizadas que se refieren a estamentos militares que velan por la seguridad nacional, se quiso dar seguimiento institucional a un organismo que hoy, mas que al Estado como estandarte legal, le ofrece informaciones a los partidos polìticos, manejado por entelequias de individuos de poco perfil militar.
¿Què puedo decir de alguna instituciòn propiamente dicha que estè acorde con los principios para la cual fue creada?. Serìa exiguo y no mezquino hacer una que otra excepciòn, que las hay, por ser el Estado, dueño de las instituciones y del gobierno, un ente tan primordial en la vida civilizada y republicana, que no permite manejarse con tenues luces.
Joaquìn Balaguer, con su estilo, entreguista por coyuntura, patriota literal y muchas veces empìrico, narigoneado por los vientos que de la guerra contra el comunismo le impuso norteamèrica, pero finalmente por su olfato polìtico, erudito, gran tribuno, entre otros adornos, con sus luces y sombras, le hizo un gran aporte al pueblo dominicano y su historia.
De don Antonio Guzmàn Fernàndez, recuerdo su hombrìa de bien, su eficiente agricultura, tambièn su fisura, cuando en una embarcaciòn celebraba con tragos junto a su escolta. Sus improntas unidas a un recio caràcter del que no pudo desligar la influencia gringa para poder desarticular la maquinaria de poder de un balaguerismo enraizado y un trujillismo trasnochado, mas su implìcita sencillez, lo divorciaron acremente de los gajes asociados al protocolo estatal. El protocolo, como figura de Estado, es un fenòmeno ancestral y tribal que, de manera expresa y natural, crea las condiciones de orden, respeto e institucionalidad.
En ese sentido, recuerdo cuando en los primeros dìas del gobierno de Salvador Jorge Blanco, èste se detuvo en uno de los puestos de peajes, junto a su escolta, y se hizo filmar pagando el tributo de acceso a las carreteras, que en otros tiempos estaba exonerado a toda autoridad estatal, incluyendo a todos los oficiales de las FF.AA. y la P.N.. Un ejemplo dado por ese presidente de turno, que no llenò de satisfacciòn la idiosincrasia del dominicano, apegado desde sus simientes a las expresiones de dominio y control de parte de sus gobernantes, sobre todo, que tal gesto, mas que una medida entronizada, desde donde gobierna el rey, estaba dotada de histrionismo y una acciòn propagandìstica de polìtica y perenne demagogia. Con esa acciòn, junto a otra que posteriormente se conociò, cuando en compañia del director de Inespre de entonces, fugado luego, y del Ministro de las FF.AA., recientemente fallecido, abordaron un colmadito en Capotillo, para enterarse personalmente de los precios, y se les vio comer pan en papel de traza y refresco rojo directamente de la botella, dejò un claro mensaje a toda la naciòn, principalmente a profesionales y ciudadanos con capacidad de discernir sin mucho anàlisis, de un gobierno fracasado y de una sociedad que marcaba el principio del fin de sus pilares organizacionales.
En el interregno de don Antonio y Salvador, nos gobernò por cuarentitres (43) dìas el licenciado Jacobo Majluta Azar, al que la providencia no le permitiò prolongar màs allà sus poses de hombre bonachòn, jovial, pràctico y de fumador a ultranza, caracterìstica por la que cambiò su salud.
Cuando Balaguer retorna al poder en 1986 hasta 1996, nunca se apartò de los principios que le dieron origen a nuestra independencia, siendo visible, y al estar en la postrimerìa de su fructìfera vida, que supo evadir a los Estados Unidos, gobernò de forma màs frugal cuando ya no pensaba en ``la raciòn del boa`` a la que hizo alusiòn en sus primeros doce años, cuando se hablaba del surgimiento de trescientos (300) nuevos ricos, siguiò construyendo con recursos propios, llevaba personalmente las cuentas econòmicas de la naciòn con un cuadernito en sus manos, saneando el curso de nuestra moneda, estabilizando su valor intrìnseco y reanudando el protocolo del pago de la deuda externa. Como la serpiente ``domesticada`` no dejò entre veces de esparcir veneno en terreno donde se sintiò herido, y, permitiò una que otras improntas de anarquìas en procura de, a sus años, limpiar algo de su imagen de larga y tormentosa vida polìtica...
Llegado al poder Hipòlito Mejìa, hombre de caràcter desenfadado, aunque aparentemente vertical y apegado al dominicanismo, ya el pueblo dominicano se sentìa amañado de la intelectualidad en el Estado, de hombres de fortaleza de mando que, como Trujillo, se hizo codear de los intelectuales màs connotados del paìs, y, como Balaguer, dueño de las dos condiciones, culto, visionario y con don de mando, diestro para gobernar en cualquier condiciòn social, con aspecto de dèspota ilustrado.
El pueblo piensa entonces que, muerto Balaguer, el doctor Leonel Fernàndez, es quien estarìa destinado a gobernarnos por su capacidad acadèmica. Con el advenimiento de este indiscutible erudito, no me explico por què me siento caminar por senderos espinosos, donde se pierde mi orientaciòn y capacidad de asombro entre los escombros dejados por la corrupciòn, el crimen organizado y de tantos desaciertos de inseguridad que pecan por su repeticiòn en esta entrega. Inseguro camino entre malezas buscando los remilgos de la historia, me interno involuntariamente en la montonera y salgo por grutas de filosas piedras hacia una civilizaciòn de espanto y, sigo caminando, camino...
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