Y no sé por qué siguió marchando el péndulo de la vida, ya, que, sin ti, caminamos sin el sostén, el resorte moral de nuestros propósitos.
Partiste, como todos haremos cuando el ciclo nos señale, pero, con la diferencia abismal que marca
la tierra; unos, como dijo Marco Aurelio, alma que llevamos el cadáver a cuesta, ese que se transforma, abona y fecunda los recuerdos. Otros, que como tú, eres la flor sustraída cuya fragancia inefable seguirá conquistando el mundo.
¡Que en gloria estés, mi reina amada!.