Como todo en la vida, esperando que pases, monstruo de maldad, dentro de los límites que Dios te imponga; no dejes lágrimas ni perennes heridas que en escorrentías van y se pierden en el misterioso mar, en las yertas sombras; déjanos ver real, el castigo o el designio de Jehová; esa naturaleza que de acuerdo a nuestros tentáculos gira; acopio hagamos, sanos, sin necesidad de oráculo para contener su ira...
¡Detente ya!, con toda muerte que humilla, que Dios detendrá otras fuentes de infaustas mortalidades, pues desde tiempos seculares, miles mueren por maldades, hambre, inauditas guerras, esas que al mundo marchitan entre las desigualdades...
¡Dios, con nosotros!.
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