lunes, 13 de abril de 2020

AUSENCIAS QUE AHONDAN EL DOLOR...

No se justifica ni se compadece tu ausencia, madre del alma, cuando te sueño en aciagos días mantenerte en vilo ante mi cama-cuna; aún percibo el ungüento caliente en mi pecho, tu susurro de oraciones, hermosísimas canciones en tono bajo, en lo que arropabas una fiebre que era preciso sudar; cómo no he de recordar ese amor de corazones que hoy lloran y se anteponen a una crisis singular...

Entre el frío inusitado y una llovizna intempestiva, me siento tal cual leoncillo en busca de la madre perdida; no, no me digas que el abrazo hoy se extiende a largo plazo y que me acortas la vida; ya me rebozan los besos, entre llantos, al no poder abrazar, mis niet@s, hij@s de mi corazón, amig@s, herman@s; bien ya sabía de antemanos del castigo literal; ¿Y mi novia?, la de antaño, la que al correr de los años jamás he vuelto a encontrar; ¡oh mujer de mis ensueños!, háblame de tus misterios y este amor tan otoñal; impídele al pesimismo no conducirnos al abismo de un cariño sepulcral; recreando aquellos besos, mutación de caracoles, que con tus ojos de soles se iluminaba el cerezo...

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