domingo, 8 de diciembre de 2019

BARAHONA EN DOMINGO, ENTRE ALGUNA NUBE GRIS...

Párvulos corríamos precediendo la doctrina de la Iglesia Evangélica Dominicana, donde también se escuchaba el piano en tonos sacros combinados y limpios con el silencio sepulcral del pueblo; allá, en nuestra época, las motocicletas no eran medio de transporte, que hoy corren sin control, en las noches, como cocuyos en la oscuridad; en el día, como mariposas amarillas de San Juan, pero con sonidos de tormentos; eran gramas verdes, juegos sanos, era el escenario a la salida del templo, un lugar cristiano, cuasi familiar, que nos acercaba a Dios, al colegio Morgan, a la actitud provinciana e irrepetible desde muy temprano;

¿Qué pasó con la otra iglesia?, sí, la oficial, que también nos enseñó amar sus repiques de campanas, las mozas en las mañanas y sus atavíos de encantos, sinfonías que trascienden desde la solemnidad del lugar, dándole paso a un concierto de aleluyas sin igual...

Y sigiloso, al final, de aquella María Montés, calle en cierne, de revés, donde no puedo encontrar, caminando urgido entre la ´´currá´´ de un mercado imprudente, petulante, por demás, sólo cruces desvencijadas, retorceduras de hierros, pisadas crocantes de hojas secas en solares yermos, escondidas tumbas, frías y descoloridas, como si acecharan aviesas, donde no grita el silencio ni los cánticos del cielo...

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