¡Llegaste primavera!, mas, enseñarme tu estación no le da a mi corazón el resurgir de esperanza, late en el pecho quimera y una extraña sensación. Son flores que no faltaron, hijas de otoño e invierno; flotaban secas, contra los rostros se alzaron, y otras que se quedaron pendiendo de sus espinas, pregonando sus silbidos azotados por el viento; escasas gotas te alientan en un mundo ya siniestro, sueños de mares, violentos, llevan lágrimas, tristeza, de nuestras culpas la voz; aún así, primavera, manifiestate señera, ¡ofrece una flor a Dios!...
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