Amanece un domingo frío, mas, de esperanza; confianza que resplandece a medida que sube el sol, que nos devuelve el vigor de un frustrado, quizás, sábado envilecido de otoño invernal que espera la primavera, alicaído, amenazante; porque siguen ellas, allá, con su caminar, danzantes, como en procesión constante del domingo azulado de mi pueblo, que entre rayos, caras marianas y hermosas bajo mantillas celestiales, se escuchan sus campanarios...
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