Falta de afecto estaba la negra; se le notaba en sus gestos cuando abría los estantes, vistos y revistos ya; lo buscaba más allá del toque de mano de su soledad; necesitaba el respiro, percibido en la melanina de su pelo, su lengua y saltones ojos; ese abrazo con enojo que es pura sangre en sus venas, ese beso que envenena, un corazón, un sonrojo; ¡negra!, ¡oh negra!, cabellos hirsuta, crespos, entretejidos en tu simular de trenzas, que ni más ni menos te hacen hembra, entre mi amor, tus latidos...
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