¡Dime madre!,
Qué existe entre esa inercia, millones de años después, donde seres humanos no se acostumbran a la idea de ser mortales?; ya mis lágrimas carecen de sales, esas afluencias acuosas que lamíamos siendo niños, en mis mal querencias, pues aún emanan a caudales y raudales por nuestras mejillas; son eternas.
¿Acaso me observas, madre, desde allá, en tu puesto sideral?, donde te quiero encontrar, no importa dónde mi inerte cuerpo descanse; mi alma te dará el alcance dentro de su trajinar; eso me hace suspirar, en las caras de mis hij@s, niet@s, y un corazón que renace...
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