Y se marcharon las aguas, aunque amenazantes; quisieran volver siniestras a los patios saturados de almas abatidas, con su frialdad quimera que, más que refrescar, es un tormento de calor, de pequeño infierno entre los confines desafortunados de los desposeídos; de otro lado, vuelven en chorreras alocadas a tocar corazones, amor placentero, improvisadas canciones, besos calientes entre el frío, pedacitos de cielo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario