En el ´´Palo Alto´´ de las palmeras, aún existentes, el olor a tierra mojada se mezclaba con el de las pisadas de las recuas que esparcían las suelas de sus monturas; huellas de amor y silencio debajo del gran flamboyàn, màs distante del ruido de los vagones cañeros que viajaban raudos en sus líneas ferroviarias candentes; encanto de árbol enrojecido que dejaba caer sus flores pesadas por el agua; camino agreste que lleva carretas escandalosas, celosas del silencio meloso de un amor desapercibido y absorbido en cada beso mojado por gotas de caliente rocío pertinaz; sitio en que conocimos la paz y la gloria, y que asoma a la memoria, por aquellos tiempos, allá...
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