Cada día 11 me acerca a ti, mujer de los tiempos, pues me traes esos, tus últimos episodios, tu última respiración; tus mimos ya confusos entre tu ronca voz, tus últimos besos... ¡Oh vanidad del Eclesiastes!, si pienso que de golpe y porrazo vivo con tu muerte; muero cada día, cada 11, con el único consuelo de lo poco que te di... ¿Vale decir que te amo, madre, consciente que te perdí?. ¡Te amo madre!.
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