jueves, 25 de febrero de 2016

BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL GENERAL MELLA...

MATÌAS RAMÒN MELLA CASTILLO, uno de nuestros padres de la patria; a propòsito hoy del bicentenario de su nacimiento, nos atrevemos a destacar que este insigne militar del trabucazo, simbòlico o no, en la puerta de El Conde el 27 de febrero de 1844, pasò a ser paradigma de uno de los pensamientos de Màximo Gòmez, cuando en sus memorias establece que la guerra enaltece al soldado, mas, el poder lo corrompe, y que la flor debe ser recogida a la altura del caballo. La Ciencia Polìtica define los partidos polìticos como un conjunto de personas opuestas a otras por las opiniones y los intereses. La patria dominicana brillò antes del surgimiento de los partidos polìticos; hasta ahì lo romàntico y sensato de un conglomerado humano sin identidad, de una genètica sin igual que incluye tres de los cinco continentes, Europa, Àfrica y Amèrica. La espada del general Santana se marchitò por las improntas del poder polìtico; el general Luperòn en sus dìas finales, màs que por el llamado de la tierra, fue abatido por las apetencias polìticas de sus principales lugartenientes, en especial Ulises Hereaux (Lilìs), y, el general Mella, involuntariamente utilizado por Buenaventura Bàez, puesto como señuelo de los norteamericanos para hipotecar el paìs y la bahìa de Samanà; Mella, primer vicepresidente del gobierno restaurador, cuando otro lugarteniente de Luperòn, el analfabeta Gaspar Polanco, dispusiera de la vida del presidente restaurador, general Pepillo Salcedo, con la excusa de ser èste conciliador y supuestamente no apto para la guerra, confirmando con ello las raìces pèrfidas de una gesta racial; ocupando Polanco arbitrariamente la presidencia de la repùblica.

Gobernando Hereaux, se somete al congreso nacional una mociòn que distingue como padres de la patria a Duarte, hijo de español, Sànchez, mulato, y Mella; ya èste convaleciente entregaba su cuerpo aguerrido a la tierra, siendo sus ùltimas palabras: ´´aùn hay patria´´, mientras Paìno Pichardo, secretario personal de Lilìs, le comentaba al presidente la decisiòn del congreso; el dictador, con la sorna que le caracterizaba, le responde: ´´Paìno, no muevas mucho el altar, que se pueden caer los santos...´´.

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