En mi ya prolongado caminar no debo soslayar, haberme dado cuenta de lo prohibido que está tener talento, pues pululan en los corrillos y en grandes despachos donde no se despacha nada, salvo honrosas excepciones, el despiadado triunfo de la incapacidad administrativa indultada por la política partidaria. La ley sobre Servicio Civil y Carrera Administrativa jamás será un estamento de hecho ni de derecho mientras la mayoría de los preparados no militan en partido político alguno. Mucho más, si el talento a que hacemos referencia consiste en el estricto cumplimiento del deber y la debida ética. Dejar huellas fundamentadas en lo que debe ser, nos catapulta hacia el fracaso, convirtiéndonos en muertos en vida, fósiles andantes o especímenes raros ajenos a las reglas de juego. Por ello, interpreto a Josè Marìa Vargas Vila: ¡´´DESGRACIADO DE AQUEL QUE DEJA TRAS DE SÌ, HUELLAS DE SU YO, SI ESTE FUE EL DE UN ROMPEDOR DE AUREOLAS O UN TRITURADOR DE CADENAS...!. SU GESTO LIBERTADOR NO SERÀ PERDONADO JAMÀS, LA RAZA DE LOS ESCLAVOS ES TAN INAGOTABLE COMO LAS ARENAS DEL DESIERTO Y COMO LAS OLAS DEL MAR; DESGRACIADO AQUEL QUE DIJO LA VERDAD ENTRE LOS HOMBRES, ESE SERÀ LAPIDADO AÙN DESPUÈS DE MUERTO, CON TANTO FUROR COMO LO FUE CUANDO ERA VIVO´´!. (En las Zarzas de Horep, JM Vargas Vila, 1921).
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