Estamos inmersos, señores, en un círculo vicioso llamado muerte. Tal parece que todo se ha dicho y escrito, pues los medios informativos que hablan sobre narcotràfico, asesinatos, sobornos extraordinarios, violaciones sexuales, trata de blancas y de niños, enfermedades infecto contagiosas, etc., etc., incurren en puro reciclaje.
¡Que preocupado estoy!. Como ciudadano comùn que soy, siento un profundo vacío y una connotada inseguridad.
¿Què serà de mis hijos si nuestra naciòn no cambia?. Son miles los dominicanos de buena fe que se hacen esa pregunta. Son miles los hombres bien intencionados que no pueden salvar su Patria, estàn encadenados, amilanados en las ergàstulas de la ``democracia``.
Al esbozar con comillas la palabra democracia puedo afirmar que vivimos la peor de las dictaduras, ya que Trujillo aplastò las aspiraciones polìticas, tenìa celos de poder polìtico y econòmico, pero nos brindò el respiro, si no de libertad, por lo menos de conformidad e institucionalidad. Se respirò la paz cotidiana del hombre comùn, el orden pùblico. Desde luego, esto se consiguiò con una mano enèrgica propicia para la època, donde la naciòn no podìa asimilar una sociedad convulsionada polìticamente con el horacismo, el jimenismo y las andanadas de un Desiderio Àrias, una sociedad en condiciones econòmicas deplorables producto de la Convenciòn del 1905, ratificada en 1907, que traspasò las aduanas nacionales a los EE.UU., originàndose la primera intervenciòn norteamericana de 1916.
¿Cuàl serà la salida señores, si las denuncias de hombres pùblicos las echan por la borda?
¡Què pruebas ni què pruebas!, èstas no funcionan en este règimen de escepticismo.
Lo que debemos mantener son las convicciones, pues lo que està a la vista no necesita espejuelos. Necesitamos, sobre todo, ahora màs que nunca, mantener la fe en Dios.
¡Que preocupado estoy!. Como ciudadano comùn que soy, siento un profundo vacío y una connotada inseguridad.
¿Què serà de mis hijos si nuestra naciòn no cambia?. Son miles los dominicanos de buena fe que se hacen esa pregunta. Son miles los hombres bien intencionados que no pueden salvar su Patria, estàn encadenados, amilanados en las ergàstulas de la ``democracia``.
Al esbozar con comillas la palabra democracia puedo afirmar que vivimos la peor de las dictaduras, ya que Trujillo aplastò las aspiraciones polìticas, tenìa celos de poder polìtico y econòmico, pero nos brindò el respiro, si no de libertad, por lo menos de conformidad e institucionalidad. Se respirò la paz cotidiana del hombre comùn, el orden pùblico. Desde luego, esto se consiguiò con una mano enèrgica propicia para la època, donde la naciòn no podìa asimilar una sociedad convulsionada polìticamente con el horacismo, el jimenismo y las andanadas de un Desiderio Àrias, una sociedad en condiciones econòmicas deplorables producto de la Convenciòn del 1905, ratificada en 1907, que traspasò las aduanas nacionales a los EE.UU., originàndose la primera intervenciòn norteamericana de 1916.
¿Cuàl serà la salida señores, si las denuncias de hombres pùblicos las echan por la borda?
¡Què pruebas ni què pruebas!, èstas no funcionan en este règimen de escepticismo.
Lo que debemos mantener son las convicciones, pues lo que està a la vista no necesita espejuelos. Necesitamos, sobre todo, ahora màs que nunca, mantener la fe en Dios.
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