En la transición otoño invernal,
la vida prende y apaga,
y, sin quizás, justifica las partidas,
cesan los pseudos primores,
mueren las expectativas;
son rosas que en su brillar van
perdiendo sus colores.
En el recuerdo quedan las
cercanías sinceras,
se consume como cera el abrazo
de mi gente;
y se convierte en ocaso actitudes
pasajeras que, precoces en sus
maneras, no pasaron de ser goce
de una acción irreverente...
Llega el frío, intermitente,
el hielo cubre las hojas en tu frente
y están marchitas las flores,
pues se cruzan los amores entre
el cobre y el metal,
no se siente en su besar lo meloso
de otros tiempos;
se ríe, se salta entuertos,
entre prender, apagar...
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